El Real Madrid no llegaba en su mejor momento a la primera semana decisiva de la temporada y los 15 minutos fatales con los que se resolvió la ida de la eliminatoria de Liga de Campeones ante el Manchester City de Guardiola le han dejado, por segunda temporada consecutiva, desnudo frente al espejo antes de recibir al Barça el domingo.

El clásico de la temporada pasada ya dinamitó el proyecto, entonces de Solari, y aunque la solidez de los de Zidane es incuestionablemente mayor, el termómetro europeo ha revelado deficiencias que se repiten una y otra vez en un Madrid abocado a una renovación a la que se resiste. Como un enfermo con el que ya se han probado todos los remedios conocidos, a Zidane no le queda más que agarrarse a una terapia de choque ante el Barcelona para revertir el avance imparable de sus problemas.

Críticas recurrentes

Mientras reverdecen las críticas a la gestión de la plantilla, entre recuerdos a Cristiano Ronaldo o a cualquier goleador europeo por el que no ha pujado el Madrid, el Bernabéu terminó inmerso en el hartazgo de volver a presenciar, un año después, un fracaso similar y por los mismos motivos que la pasada temporada.

Zidane y el madridismo tienen un golpe duro por asumir, después del revolcón tras la la victoria parcial que disfrutaba a la hora de partido. Cuando mejor estaba, el gol de Gabriel Jesús con material para la polémica desató el drama. El equipo de Zidane se desplomó como un castillo de naipes ante una brisa.

Más que una derrota achacable a una jugada puntual que cambió el panorama del partido, el hundimiento del equipo ante el City se ha percibido como la confirmación de que los de Zidane estaban a un golpe del colapso, de que la plantilla tiene una carencia incuestionable en ataque y de que el milagro que ha conseguido el técnico francés no es sostenible en el máximo nivel europeo. Con el asalto a una remontada en Inglaterra a 19 días vista (sin Sergio Ramos), el objetivo inmediato de los blancos es estirar el rendimiento óptimo que le ha granjeado alegrías este año para recuperar la iniciativa en La Liga y pelear el título.

“Será una oportunidad el domingo”, dijo Zidane con la derrota ante el City aún caliente, pero Setién llega al partido en el liderato con dos puntos de ventaja, gracias a las últimas semanas de dudas del Madrid, y con la lección aprendida de Guardiola, con el que compartió hotel en Madrid tras ver el partido de Champions en el Bernabéu.

Suplencia de Kroos

Para recibir al Barça se espera el regreso al once titular de un Kroos que no jugó ante el City, antes de departir unos minutos con Guardiola en un extremo de la zona mixta. No estarán seguro Asensio, Hazard ni Rodrygo.

La falta de letalidad en sus ataques ha transformado al Madrid en un equipo de prestaciones humildes: el trabajo, el orden, la implicación de todo el colectivo… frente a las más clásicas del remate, la definición o la contundencia en las áreas.

La planificación de la plantilla que ha gestionado la directiva vuelve a estar en entredicho: 200 millones invertidos este verano en ataque (entre Jovic, Rodrygo y Hazard) para jugar en el momento decisivo con en ataque con Isco, Benzema y Vinicius. La lesión de Hazard ha desbaratado la única novedad que tenía Zidane y la presencia de Jovic y Mariano es residual en los planes del francés.

Durante unos meses de esplendor de Benzema, hubo sectores que se engañaron con la ilusión de que el francés había mutado en el goleador que nunca ha sido, pero el paso de los meses ha vuelto a revelar, como cada año desde que se fue Ronaldo, que el francés necesita un complemento rematador para explotar sus virtudes.

Eso asumieron Butragueño, Casemiro o Zidane. Las únicas quejas contra el árbitro que salieron del Madrid fueron de Vinicius, impregnadas de la rabia de juventud: “Siempre vienen aquí los árbitros y pitan contra nosotros. Somos el equipo con más Champions y más Ligas. Va a ser siempre así”, dijo el brasileño.