Tomó tantas precauciones Pau para tapar el palo izquierdo que descuidó el derecho. Estaba tan pendiente de fortalecer la barrera con más jugadores, que se olvidó de sí mismo, de que, en el fondo, era él contra Messi y en ese duelo individual cualquier futbolista tiene las de perder. Sobre todo, cuando uno es portero. Por mucho que se sienta protegido amontonando compañeros.

No hay barreras para Messi, el mejor ejecutor de faltas que ha conocido el fútbol español. El que más ha marcado y el que más acierta porcentualmente, dejando atrás viejos nombres que pasaban por ser especialistas letales: Cristiano Ronaldo el primero, Koeman, Roberto Carlos, Ronaldinho

A todos los dejó atrás el máximo goleador de la historia de la Liga, que masacró al Betis en el Villamarín con un triple, el cuarto de la temporada. Tres semanas después de haberle enchufado uno al Sevilla en el Sánchez Pizjuán. Para que ningún sevillano se enfade. Para que ninguno vacile al vecino.

Solo Xavi por delante

Otra pelotita viajó hacia su casa de Castelldefels, mientras en sus oídos resonaba su nombre, coreado por la hinchada verdiblanca, rendida ante la exhibición regalada por el astro. "No recuerdo algo así. Siempre que venimos a este estadio nos tratan muy bien, estoy muy agradecido", dijo avergonzado Messi, que celebró con una actuación inolvidable haber igualado a Andrés Iniesta en partidos jugados con el Barça (674). Solo está Xavi (767) por delante.

Pau siguió todo el procedimiento. Cinco hombres en la barrera alineados, tapando desde el palo izquierdo hacia dentro. Eran los más altos del equipo, y con la orden de saltar. Como a Messi le da por chutar raso sin avisar, Mandi se echó en el suelo para tapar esa rendija, siguiendo una moderna moda que pretende tapiar la portería.

Pau se situó junto al palo derecho. Podía vislumbrar dónde estaba la pelota entre las piernas también de Rakitic y Piqué, de los más altos del Barça, también en la barrera, pero con otras intenciones, nada de saltar, sino de agacharse, nada de mirar a Messi, que lo tienen muy visto, sino a la portería, para no perderse el gol, o, en el peor de los casos, llegar al rechace.

Mirar y ver

Messi tomó medidas. En silencio, sin comedias grandilocuentes. Miraba a la barrera, miraba a Mandi, miraba a Pau. Y Pau miraba a la barrera, miraba a Mandi y quería mirar a Messi. Quería ver, sobre todo la pelota. La vio. Demasiado cerca y demasiado tarde.

Estaba predispuesto a desplazarse hacia la izquierda creyendo, iluso, que su proximidad junto al palo derecho disuadiría a Messi de chutarle adonde estaba él. Pero la pelota describió una trayectoria malvada, maliciosa, perversa, por mucho que Messi la hubiera golpeado con dulzura, con delicadeza, y se coló por el lugar donde nunca debía colarse, dando ventaja al Barça. "El míster leyó muy bien el partido, hicimos un partido perfecto", explicó quien lo hizo perfecto.

El quinto gol de falta de Messi de la temporada, a dos del récord (siete en la campaña 15-16 y 17-18), un total de 39, en un amplio y variado catálogo que haría las delicias de cualquier comercial visitando domicilios. Pau López debió maldecirse a sí mismo. Siete minutos después, en efecto, Messi lanzó otra falta. Por encima de la barrera. La paró. Tal vez se sintiera culpable de la primera. No tiene por qué. "Es el mejor del mundo", dijo Sergio Canales, disculpando a su compañero.

"¿La ventaja sobre el Atlético y el Madrid? Todavía queda mucha Liga, muchos puntos, y hay que seguir jugando como hasta ahora, sin regalar nada", comentó el mejor.