Fue el primero en ganar el Balón de Oro tres veces seguidas (antes de que naciera en Argentina el extraterrestre, que lo obtuvo en cuatro), lo que prueba la categoría futbolística que tenía Michel Platini (Joeuf, Francia, 21 de junio de 1955). Lo que no manchó el barro de los campos (cuando en los campos había barro) lo ha manchado la suciedad de los inmaculados despachos que ha pisado luego, donde se juegan los otros partidos.

Ninguna patada (cuando en los campos había salvajes) le habrá dolido tanto como las zancadillas de los mocasines. Ni el escenario más atroz puede compararse con el de una comisaría ni se está peor rodeado que por policías. A excepción, quizá de Claudio Gentile, del que se libró porque fue compañero suyo. Y a excepción de Joseph Blatter, que murió, metafóricamente, matándole cuando pretendía sustituirle en la cima de la FIFA en el 2015. Despeñado acabó Platini por la jugarreta del viejo mandamás suizo (filtró un pago de 1,8 millones por asesoría de diez años antes) que le arrastró cuesta abajo en su caída.

CAMISETA MANCHADA

La camiseta con el 10 que con tanta honra portó con la Juventus y la selección francesa se vio irremediablemente pringada por mucho que sea exonerado algún día por la justicia.

Pasar un día declarando ante los investigadores franceses sobre supuesta corrupción por la elección de Qatar para albergar el Mundial-2022 (Qatar arrasa con todo), rememoró la caída en desgracia de Platini pese a que en octubre vencía su suspensión para ejercer cualquier actividad vinculada con el fútbol. El desierto se ha cobrado más vidas que el Himalaya. También ha quedado acreditado el mal perder de Estados Unidos, que aspiraba a organizar el evento y no parará hasta cobrarse unas cuantas víctimas.

Precoz como futbolista (debutó con 17 años en el Nancy), lo fue también como dirigente, a los 34, cuando entró en la Federación Francesa. Entre medio, fue campeón de Segunda División y campeón de Copa con su primer club (1975), de Liga con el Saint Etienne (81), de la Eurocopa con Francia (84) y de casi todo con la Juventus: de Liga (84, 86), de Copa (83), de la Copa de Europa (85), la Recopa (84), la Supercopa de Europa (84) y la Copa Intercontinental (85), época en la que encadenó los tres Balones de Oro del 83 al 85). Más mérito tiene haber sido máximo goleador tres veces de la Serie A sin ser delantero.

Fue seleccionador francés, presidente del Comité organizador del Mundial-98 y presidente de la UEFA. Ahora es presunto algo. Qué feo.