“No me costó vivir en Barcelona”, le dijo Leonel Messi a la televisión argentina. Pero también contó que la historia pudo ser muy distinta sino pesaban las ganas triunfar y el acompañamiento de su padre. Porque Messi tuvo en sus manos la decisión de volver a Rosario ante las dificultades de adaptación de parte de su familia. “Pero me quise quedar”, le contó el mejor jugador del mundo al programa La Cornisa, de América Televisión.

“Mi hermana era más chiquita y mis padres resolvieron que tenía que volverse, así que nos quedamos solo con mi papá”. Con la familia partida en dos, Jorge Messi quiso saber que pensaba su hijo, que estaba en la Masía. “Me preguntó, ¿qué hacemos?”, y le dejó que eligiera el camino a seguir. El destino pasaba por su respuesta. Y apostó por permanecer. “Le dije que estaba convencido y veía que la posibilidad era real”, reveló el astro del Barcelona.

"Cada noche me inyectaba la hormona, cambiando de pierna. Me la ponía mi mamá y mi papá hasta que aprendí yo. Lo hacia solo, era algo rutinario. No me dolía" (Messi)

Messi no solo contó cómo ha cambiado su juego con el paso de los años (su mayor inteligencia y visión de conjunto) sino el modo en que asimila las derrotas o los empates. “Hay cosas más importantes que un resultado. Al final es un juego y no siempre gana el mejor”. Dijo saber cuándo juega bien, mal o regular. “A veces hice goles y tuve partidos malos, pero los goles tapan todo”. La experiencia le permitió constatar que una vez que termina el partido, entre “ esas otras cosas” están sus tres hijos.

La Pulga reconoció que a veces no es fácil estar en sus zapatos. “Soy consciente de que cuando hablo puede repercutir mucho. Por eso trato de cuidar lo que digo, para no generar confusiones”.

A los 30 años, Messi dijo que no sabe muy bien qué hará una vez que ocurra aquello que parece impensable: su retiro. Tampoco dónde estará, si en Barcelona o Rosario. “Pero sí trataré de hacer aquello que hoy la profesión no me permite”.

Leo expresó su tristeza por las situaciones sociales que atraviesa su país, con un tercio de la población en la pobreza. “Me da lástima cómo está Argentina. Yo pienso volver a mi ciudad, pero me preocupa la inseguridad, que te maten por un reloj, por una bicicleta, por una moto. Robos hay en todos lados del mundo, pero ya ni poder salir a caminar ni no poder ir a la calle es una locura. Lo primordial es poder vivir con tranquilidad y que las nenes puedan estar en la calle como en mi época. Yo salía y estaba hasta las nueve de la noche en la calle”.

En esa Argentina se espera mucho de él en el próximo Mundial. Le contó al periodista Luis Majul que después de la final perdida en Brasil ante Alemania lloró desconsoladamente, y que volvió a hacerlo cuando al seleccionado se le escapó de las manos la Copa América dos veces en definiciones por penales ante Chile.

Parte de los argentinos son muy exitistas. Solo admiten la victoria, lo demás es fracaso, y eso a Messi no deja de sorprenderlo. “Parece que llegar a tres finales no sirve de nada”. Sabe que es “una parte del periodismo” la que lo ha criticado, a veces de manera tan sorprendente como despiadada, la que se ensañó con la selección. A ellos piensa cerrarles definitivamente sus bocas altisonantes si se cumple el sueño tan postergado. “Quiero levantar la copa en Rusia”. No quiere volver a llorar en un Mundial.

Las lágrimas pueden ser también muestras de una vitalidad extraordinaria. Por eso ha llorado de alegría con el nacimiento de su hijo Mateo.