Antonio García Navajas lleva una vida tangencial con el fútbol. No ha hecho del balón su profesión desde que colgase las botas al término de la campaña 1988/89 en el Polideportivo Almería tras una carrera que le llevó además por el Linares, Burgos, Real Madrid, Valladolid y Rayo Vallecano. No, no busquen al Córdoba CF en la hoja de ruta de este defensa nacido en Posadas, una fuga de talentos como tantas otras. Pero Navajas, que acaba de cumplir los 60 años, sí ha encontrado los programas sociales que lleva a cabo la Fundación Real Madrid para seguir enganchado a ese fútbol que le llevó a acariciar el cielo. Porque García Navajas, que en su apostolado balompédico tras la retirada ha entrenado incluso a reclusas de la prisión femenina de Alcalá Meco, fue uno de los integrantes destacados de aquel Madrid de los García que el 27 de mayo de 1981, en Bruselas, perdió la Copa de Europa ante el Liverpool por 1 a 0, el último verdugo madridista en una final europea.

La jugada se repite desde entonces en aquella generación de los García Remón, García Navajas, García Hernández, García Cortés y Pérez García en una moviola en bucle. El balón pasó de un Kennedy a otro, saltó como un conejo en la línea del área, García Cortés metió la pierna pero en lugar de rayas en el campo había montículos de cal, restos de un partido de rugby que se había celebrado apenas días antes; el esférico tomó un rumbo inescrutable en el bote y fue a parar a los pies de Alan Kennedy, que superó a un Agustín indefenso.

Apenas un mes antes, en el viejo estadio José Zorrilla, en abril de 1981, empezó a escribirse la desafortunada historia que persigue al Madrid de los García. Se jugaba el título de Liga en el último partido ante el Valladolid. El equipo entrenado por Boskov debía ganar y esperar que la Real Sociedad perdiese en Gijón. El Madrid ganó 1-3, Con los blancos celebrando el título durante un minuto y Juanito arrodillado en el centro del campo, llegó la noticia del gol de Zamora que dio el campeonato a los vascos.

García Navajas llegó al Real Madrid en el verano de 1979. La operación le costó al club blanco unos 35 millones de pesetas, de los que para el maleno fueron 5.200.000 pesetas, aparte de la ficha de contrato, unos cuatro millones. Navajas se incorporó al cierre del plazo de inscripción de jugadores en la UEFA. Es decir, 24 horas después se le hubieran cerrado las puertas de Bruselas. Esa misma temporada desembarcaron Cunningham, Angel y el luego cordobesista Portugal.

Unos meses antes de fichar por el Real Madrid, García Navajas estuvo a punto de hacerlo por el Barcelona, que descartó la operación al haber cubierto la posición con el exespañolista Canito y por el excesivo precio de salida. Y es que el Burgos, en principio, pidió 50 millones de pesetas.

Ya en la zaga del Real Madrid disputó un encuentro con la selección absoluta. Fue convocado por Ladislao Kubala para el partido de clasificación de la Eurocopa que enfrentó a España y Dinamarca en el Carranza con derrota por 1 gol a 3.

García Navajas, como García Remón, Pérez García, García Hernández y García Cortés, mirará hacia Kiev con ánimo de revancha. Para el maleno le queda el premio de consolación de ser uno de los futbolistas cordobeses que más lejos ha llegado y el reconocimiento a su inmensa humanidad. «El abuelito (por García Navajas) nunca nos falla. Para mí es más fenómeno que Cristiano Ronaldo», resaltó hace unos años una interna de 22 años de Alcalá-Meco, Carla, de ese maleno en la corte de los García.