Real Madrid: Keylor Navas, Carvajal (Nacho, m.37), Varane, Sergio Ramos, Marcelo, Casemiro, Kroos, Modric, Isco (Bale, m.61), Cristiano Ronaldo y Benzema (Marco Asensio, m.89).

Liverpool: Karius; Alexander-Arnold, Lovren, Van Dijk, Robertson; Henderson, Milner (Emre Can, m.83), Wijnaldum; Salah (Lallana, m.30), Firmino y Mané.

Goles: 1-0 (50’) Benzemá; 1-1 (55’) Mané; 2-1 (63’) Gareth Bale; 3-1 (83’) Gareth Bale.

Árbitro: Milorad Mazic (serbio).

Campo: Olímpico de Kiev (Ucrania).

Espectadores: 2.000.

REAL MADRID 3

LIVERPOOL 1

La entrada en la final de Gareth Bale, con una chilena de ensueño en el primero de su dos tantos, impulsó la leyenda del rey de Europa, un Real Madrid que conquistó en Kiev su decimotercera Liga de Campeones ante un Liverpool que acusó la lesión de Salah y acabó siendo víctima de los errores de su portero.

La Liga de Campeones de las chilenas. De la deseada de Cristiano Ronaldo en cuartos a la de Bale en la final. Un tanto de dibujos animados que decidió una gran final de Liga de Campeones. Del Real Madrid de Alfredo Di Stéfano al de Cristiano, que dejó un mensaje enigmático sobre su futuro en un Real Madrid que firmó un hecho inédito con tres títulos consecutivos, una hegemonía inalcanzable con la conquista de cuatro Ligas de Campeones de las cinco últimas.

Los grandes partidos son imprevisibles. Cualquier plan trazado cambia el rumbo por un detalle inesperado, como la lesión de Salah, un frenazo a la exhibición física del Liverpool, que mostró por qué se convirtió en el equipo más goleador de una edición de Champions. Su presencia en la final estaba justificada con unos minutos de vértigo que finalizaron por el impacto psicológico de perder a su estrella. El Real Madrid pedía a gritos la aparición de Modric, de Isco, de uno de sus magos con criterio para pisar el balón y detener el tiempo. Desaparecían en ayudas defensivas, con Zidane desgañitándose para que sus jugadores adelantasen líneas. El miura que dijo Ramos vestía de rojo. El campeón encerrado, un muro ante las oleadas tapando disparos y la figura de Keylor emergiendo con una parada repleta de reflejos al disparo potente de Arnold. El punto de inflexión fue la lesión de Salah, un directo al mentón del Liverpool que perdía velocidad pero ganaba control con Lallana. El plan de Zidane se alteró por una situación inesperada. Carvajal caía en la batalla. Una nueva lesión muscular que metía en la final al comodín Nacho, un seguro de vida. El balón se tiñó de blanco y la recta final del trepidante primer acto dejó un serio aviso del campeón. No hubo tiempo para las lamentaciones. Al espectáculo solo le faltaban los goles de dos equipos nacidos para atacar.

KARIUS ‘BALE’ UNA CHAMPIONS / De un balón largo de Kroos que detuvo el portero nació el saque con la mano de puerta, la intuición de Karim para meter el pie y mandarlo a la red en uno de los tantos más absurdos de una final en el fútbol moderno. Ningún golpe tumbaría definitivamente a un Liverpool que firmó una Champions inolvidable. Llegó a empatar el partido, resucitando la final cinco minutos después. A balón parado, con Lovren ganando el salto a Ramos y Mané atento para remachar a la red. Era el último guiño de orgullo de los reds. Después entró al campo Gareth Bale y todo cambió. En el primer balón que tocó se inventó una chilena de ensueño. En el aire, de zurda, golpeó el esférico con una parábola imparable. Posteriormente, un zurdazo lejano del galés le dobló las manos al desafortunado Karius y el balón besaba la red en el punto final a un gran espectáculo.