En la Copa América 2008 el conjunto albiceleste protagonizaba una de las imágenes del torneo. Las jugadoras se llevaban la mano a la oreja en señal de protesta: '¿Han escuchado? Estamos aquí', parecían decir. Venían de dos años sin jugar un solo encuentro de fútbol con su selección. Virtualmente, durante esos dos años Argentina desapareció. La inacción de la federación (AFA) dejó a las jugadoras en el paro, que también protestaron por la utilización de modelos para presentar sus camisetas.

De la desigualdad nació una doble pasión, la de unas futbolistas que pretendían no solo desarrollar sus carreras al máximo nivel, sino ser ejemplos para futuras generaciones. En ese liderazgo está la capitana, Estefanía Banini, que abrió paso a un equipo que vuelve a disputar un Mundial de fútbol 12 años después.

Cambio verdadero

La profesionalización del fútbol en Argentina es otro paso más, pero no el único en la dirección que marca la jugadora del Levante, que insiste en que la clave de las imágenes que han protagonizado este año es mantenerlas en mente para apostar por un cambio verdadero tras Francia 2019. "Necesitamos más, necesitamos que el proceso sea continuo, que se siga trabajando sin importar los resultados", decía en la previa del torneo.

La vida de Banini con el balón fue tan difícil como la de cualquier otra niña que crece en un país en el que no está bien visto asociar una mujer a una pelota. Nacida en Mendoza en 1990, sufrió discriminación desde pequeña, siendo apartada de los torneos que jugaba su equipo futsal, el Cementitas. Entonces sus padres no se cansaban de darle alternativas: vóley, hockey… Dieron una vuelta a todos los deportes de los que conocían existencia. "Déjala, ya se le va a pasar", le dijo su padre a su madre. Con 28 años, no solo siguen esperando, sino que su hija se ha convertido en la capitana de su selección.

"Merecemos nuestro lugar"

Con su liderazgo dentro y fuera del campo, Banini se ha ganado a pulso su propio nombre. Durante años se le llamó ‘La Messi mendocina’, por sus similitudes en el juego. Interior zurda pero diestra, destaca por su verticalidad y capacidad para deshacerse de rivales. Aunque le halaga la comparación con el que para ella es el mejor jugador de la historia argentina, exigió que le llamaran por su nombre. "No por mí, sino por todas las figuras del fútbol femenino", decía. "Nos tienen que conocer por nuestro nombre. Merecemos nuestro lugar".

La selección dirigida por Carlos Borello cuenta ahora con una oportunidad única en un Mundial. Encuadrada en el Grupo D con Inglaterra, Escocia y Japón, celebra la visibilidad de un torneo que llega en el momento idóneo para las niñas en su país. Este lunes la capitana se estrenó en el torneo con una excelente actuación ante el combinado asiático (0-0), uno de los favoritos al título. El empate supone el primer punto de Argentina en la historia de los mundiales.

Después de sufrir la desigualdad, por fin la federación da un paso adelante: "Seguimos en una sociedad muy machista y la AFA se dio cuenta de que necesitamos su apoyo. No puede quedarse atrás con respecto a las potencias. Argentina no puede seguir regalando años".