El derbi se juega este domingo en Cornellà. También en El Prat. Y en Barcelona. En realidad, se juega en millones de sitios a la vez, pero ninguno tan especial como en el corazón de dos aficiones de una misma ciudad. Es un partido, sin duda, terriblemente especial para la maravillosa minoria perica. E igual de especialmente terrible para la aplastante mayoría culé.

Tras tres intensos duelos (gana el Barça con un parcial de 7-1 y el pase a la semifinal copera, aunque el Espanyol podrá presumir, y con razón, de que ha sido el único equipo capaz de derrotarle desde agosto pasado), llega el cuarto y último del curso. No es, por supuesto , un derbi más. Ni mucho menos, cargado como llega de una delicada y tensa atmósfera ambiental después de que Piqué etiquetara al "Espanyol de Cornellà porque está ahí, es una obviedad".

De inmediato, el club blanquiazul reaccionó exigiendo una investigación al Comité de Competición sobre esas palabras y las de Busquets, quien solo se limitó a recordar que el Espanyol celebró antes de tiempo su parcial e insuficiente victoria en la Copa.

Partido de "alto riesgo"

Conscientes de que el partido ha sido calificado de "alto riesgo", tanto Quique Sánchez Flores como Ernesto Valverde se afanaron en lanzar mensajes de concordia antes de verse por última vez tras los tres partidos anteriores en los que se vivió de todo. Un Espanyol sin oposición alguna en la Liga (recibió un 5-0 en el Camp Nou), que fue adquiriendo mayor consistencia en la Copa al punto de que llegó hasta el último suspiro con opciones de eliminar a los azulgranas. El Barça, en cambio, ya sabe lo que es ir a Cornellà y perder con aquel gol de Melendo que terminó con 29 encuentros consecutivos sin doblar la rodilla.

"Somos compañeros"

Sabe Quique, tras una semana tumultuosa por la derrota en Leganés y la posterior ola de críticas, que no hay mejor bálsamo que volver a derribar al infalible Barça de Valverde. Sabe el Txingurri también que tiene que rotar para darle energía a un equipo que se ha ido desgastando con un denso mes de enero en el que ha debido eliminar a Celta, Espanyol y le queda ahora aprovechar el 1-0 de la ida de la Copa (jueves en Mestalla la vuelta) para intentar apartar al Valencia y llegar a la final.

Más allá de palabras, insultos (como los que se vivieron en la ida copera en Cornellà y luego en la vuelta en el Camp Nou), o expedientes extraordinarios para investigar a Piqué y Busquets, está esa foto que se vivió ayer en la casa perica. "Somos rivales, no nos vamos a engañar. Pero somos compañeros. No hay mucho más, es un partido de fútbol", aseguró Valverde, quien ha contribuido a difundir esa calma.

Vuelve Coutinho a Cornellà

La foto con Quique es el mejor ejemplo posible. Se trata de una imagen que parece tradicional, pero no lo es, con el objetivo de transmitir buen rollo apaciguando ambientes calientes. Una foto que resultó imposible, por ejemplo, la pasada temporada ya que la vieja enemistad de Quique y Luis Enrique era evidente.

Para el Espanyol, una derrota reabriría los viejos fantamas pericos desmintiendo así ese estable proyecto que pregona el club. Para el Barça, en cambio, volver a caer tendría un efecto más anímico que real porque la distancia en la Liga es muy considerable. Pero Valverde, precavido, ni mira atrás ni se refugia en los números.

Además, quiere ir insertando a las piezas nuevas en su proyecto, sobre todo a Coutinho. además de dar descanso a pilares pensando en el viaje a Mestalla. Con Yerry Mina no tiene tanta prisa. El brasileño volverá a Cornellà, el estadio donde llamó la atencion a los ojeadores del Liverpool en aquellos prometedores seis meses en los que estuvo cedido por el Inter.

En el mercado de invierno del 2012, llegó Coutinho al Espanyol. Jugó 16 partidos y firmó cinco goles ganándose el cariño de la afición perica. Pocos repararon entonces en las posibilidades de ese talento que regresa a su vieja casa siendo ahora el fichaje más caro de la historia azulgrana.