Cristiano Ronaldo está rabioso. La mala digestión a la derrota del pasado miércoles ante el Atlético de Simeone (2-0) se resume en su salida del Metropolitano: gesto de emoticono cabreado y manita articulada que recuerda que él ostenta cinco Ligas de Campeones en el currículum, y el Atlético, ninguna. El delantero tiene malos asesores de imagen, como los tuvo ante Hacienda. Más le hubiera valido tomar aire, escuchar a su cuerpo y ponerse una nariz de los Pallapupas, los payasos que alivian el dolor en los hospitales. Una nariz de payaso, una sonrisa ante la adversidad, como receta contra la mala leche que transmite y le deja en mal sitio. La vida de Cristiano mejoraría y su imagen dejaría de estar desenfocada.

El cinco veces balón de oro abandonó el Real Madrid para seguir creciendo, para demostrar que con la Juventus sería capaz de conquistar una nueva Champions. Lejos de Florentino Pérez, con un nuevo ritmo. El club de Turín pagó 110 millones con el objetivo de alzar esa copa que tanto se le resiste. El 2-0 del Atlético deja a la Juve en estado de shock. Los blanquinegros solo accederán a los cuartos de final si vencen en el partido de vuelta por tres o más goles de diferencia.

EL PARAGUAS DE ALLEGRI

Madrugada y amanecer de críticas las que llovieron sobre la Juventus. Massimiliano Allegri, su entrenador, esgrimió el paraguas para parapetar a Cristiano («estoy satisfecho con él, pero no con el equipo», declaró) porque el granizo cayó con estrépito no solo desde la prensa. Fabio Capello, ex de la Juve, del Milan y del Madrid, descargó contra su colega por no saber cómo esquivar la estrategia de Simeone y por aferrarse a la queja ante el arbitraje: «En Italia estamos acostumbrados a eso. A penas te acarician, te vas al suelo y se pita falta. En cuanto Bonucci sintió el toque se tiró inmediatamente. Claramente no era falta», dijo Capello refiriéndose al primer gol atlético, el de Giménez.

«Derrotados todos, comenzando por CR7, comprado para vencer partidos de este tipo. Solo supo sacar el orgullo para mostrar la manita («yo cinco Champions») a los hinchas que lo insultaban y no para combatir al viejo Godín que lo anuló y para arrastrar a la Juve al fango. Después del castigo, desapareció. Y con él, Dybala», recoge Luigi Garlando en su crónica para La Gazzetta dello Sport. En el uno por uno de este diario sitúan al portugués como el peor de su equipo con una nota de 4,5. Cristiano es la diana y, al mismo tiempo, la esperanza en que se deposita el posible milagro.

Recuerda la prensa italiana que, desde el 2011, Cristiano Ronaldo siempre ha llegado a semifinales de la Champions. No conseguirlo esta temporada sería un shock. Cuando la Juventus se lo compró al Madrid, estaba convencida de que por fin tenía el futbolista que les devolvería a la máxima gloria. Ahora, se ven debilitadas las esperanzas del equipo transalpino. Los expertos le otorgaban a la Juventus el papel de uno de los equipos favoritos para la final de 25 de mayo en Madrid. El sueño parece trasladarse ahora al equipo de Simeone.