Arthur Melo ha hecho que valiera la pena madrugar. Es difícil protagonizar un debut más redondo que el que se ha marcado el centrocampista brasileño en el primer partido de la pretemporada del FC Barcelona, frente al Tottehham Hotspur en el estadio Rose Bowl de Pasadena. Un encuentro de la denominada International Champions Cup que el Barça ha acabado empatando (2-2) ante un rival que llegaba más rodado (venía de golear 4-1 a la Roma) y que, a diferencia de los de Ernesto Valverde, sí ha podido contar con el concurso de algunos de sus jugadores mundialistas, como el danés Eriksen, el coreano Son y el colombiano Davinson Sánchez.

Pese a ello, nada ha podido hacer el equipo de Mauricio Pochettino en una primera mitad en la que el Barça ha sacado del cajón el libro de estilo que lo guio no hace tantos años en la conquista del planeta fútbol y ha gobernado el juego de manera incontestable. Con todas las prevenciones que cabe aplicar a un choque seudoamistoso disputado a estas alturas del verano, los primeros 45 minutos del conjunto azulgrana han servido para enviar a la afición un montón de señales positivas.

La más destacada, ya ha sido dicho, la presentación en sociedad de Arthur. Un futbolista que encaja como un guante en el juego de posesión del Barça. Y que le ha demostrado a su entrenador que no hace falta un Paulinho para obtener "rendimiento inmediato". Con un aplomo impropio de un debutante (¡y solo tiene 21 años!), al brasileño le ha bastado medio partido para exhibir todas sus 'calidades', que decía Cruyff: clarividencia, liderazgo, capacidad de asociarse (no ha fallado un solo pase), sentido del tiempo y el espacio y buen disparo de larga distancia. Esta última virtud ha quedado ampliamente refrendada en el segundo gol barcelonista: tras un cambio de juego de Juan Miranda (sobresaliente partido el del joven lateral izquierdo, que aprueba con nota las oposiciones para sustituir a un Lucas Digne que ya tiene pie y medio en la Premier), Rafinha hace un gran control y le pone la pelota en el balcón del área a Arthur para que este, después de pisarla, la coloque en la escuadra, fuera del alcance del guardameta Gazzaniga.

Lenglet y Sergi Roberto

Más buenas noticias de esa ilusionante primera parte: el solvente estreno del central francés Clément Lenglet, poco exigido en defensa pero siempre correcto en sus decisiones y aseado en la salida del balçon; la superlativa actuación de Sergi Roberto en la posición de medio centro, una alternativa que debería ser más explotada por Valverde a lo largo de la temporada; la eléctrica conexión entre Semedo y Rafinha en la banda derecha, y el gol de puro oportunismo de Munir que ha abierto el marcador en el minuto 14. La cruz, los problemas físicos que han obligado a Denis Suárez y a André Gomes a irse al banquillo antes de tiempo.

Los segundos 45 minutos han sido, directamente, otro partido. El técnico azulgrana solo ha puesto en el césped a dos jugadores con ficha del primer equipo: Cillessen, en la portería, y el recién incorporado Malcom, que, falto de rodaje y de adaptación, ha hecho poco más que apuntar alguna cosilla interesante y dar un par de taconazos de esos que encandilan al público estadounidense. El Tottenham ha aprovechado la bisoñez de los azulgrana (con hasta ocho futbolistas en edad juvenil) para igualar el encuentro en apenas dos minutos de sindiós defensivo, con goles de Son y Nkoudou. Por parte barcelonista, lo más destacable han sido sin duda los exquisitos detalles de calidad exhibidos por el jovencísimo Riqui Puig, un atrevido centrocampista con cara de alevín que apunta a figura.

En la tanda de penaltis que la International Champions Cup impone en caso de empate (y que otorga al vencedor un punto adicional), el Barça se ha impuesto gracias a una parada de Cillessen en el lanzamiento de Georgiu. Los jóvenes del filial han cumplido como 'seniors' y Malcom ha transformado el penalti decisivo.