Ansu Fati va por el camino de Leo Messi. Al menos, en dos aspectos: la precocidad y la frecuencia en las renovaciones de contrato. El joven talento azulgrana, que el pasado 30 de octubre cumplió 17 años y ya había debutado con el primer equipo del Barça, firma un nuevo compromiso con el club, pese a que ya lo había ampliado el pasado verano. Dos veces, una en julio y otra en septiembre. Ahora, llegado el invierno, recibe otro espaldarazo con un tercer redactado que, básicamente, cambia las condiciones económicas. Mejorándolas, por supuesto.

El contrato de Fati tenía vigencia hasta el 2022 y era ampliable por dos temporadas más. La cláusula era de 100 millones de euros. El nuevo verá la ficha y la cláusula de rescisión aumentada hasta los 170 millones, con la intención de que sea una cantidad prohibitiva para cualquier club del mundo. Aunque en las últimas campañas se hayan traspasado varias veces la cota de los 100 millones para fichar a un jugador. El Barça, en particular, lo ha hecho en tres ocasiones: por Dembélé (105 más 40 en variables), Coutinho (120 más 40 en variables) y Griezmann (120+15 en opciones de tanteo)

Aunque el delantero de Guinea Bissau ha perdido protagonismo en el primer equipo en las últimas semanas, con la recuperación de los lesionados, el Barça no ha perdido la confianza en Fati. Ni la fe en que pueda ser el Leo Messi del futuro -o algo parecido-, también en el plano futbolístico. Messi acaba de ganar el sexto Balón de Oro, un hito único en la historia del fútbol.

El otro hilo de relación con Messi, está en la identidad del representante de Fati: es Rodrigo, el hermano de Leo.

Tiene contrato con jugador del Barça B con dinámica del primer equipo.