Real Madrid empató 2-2 ante el Fuenlabrada y se clasificó para los octavos de final de la Copa del Rey gracias a la aparición de Gareth Bale, que regresó de su lesión para despertar a su equipo y evitarle un sofoco ante un rival que dignificó al fútbol tras firmar un gran partido ante un gigante. El conjunto blanco jugó con fuego hasta la última media hora, momento en el que reapareció Bale después de dos meses ausente por lesión. La salida del galés al campo apagó un posible incendio y ayudó a Borja Mayoral a lucirse con un doblete que dio la vuelta al marcador tras el tanto de Luis Milla en la primera parte.

El partido, como el clima, se tornó desapacible para el Real Madrid gracias al buen planteamiento del Fuenlabrada y a sus ganas de agradar en un estadio que muchos pensaban que iban a visitar como si fuera un museo. Los hombres de Antonio Calderón dieron una lección a su rival en los primeros 45 minutos.

De hecho, la excelsa media hora del Fuenlabrada tuvo su premio para el equipo de Segunda División B, que por fin acertó entre el desconcierto madridista con un disparo de Luis Milla desde casi 25 metros.

El equipo de Zidane aún tendría que sufrir unos minutos más. Hasta la salida de Bale a falta de media hora, el Fuenlabrada pudo marcar el segundo con dos cabezazos: uno de Matheus que salvó Keylor Navas y otro del argentino Daniel ‘Cata’ Díaz que mandó al larguero de la portería defendida por el guardameta costarricense. Bale llegó al rescate justo cuando los pitos comenzaban a ser una sinfonía desagradable en el Bernabéu. Y Bale sentenció tras provocar el segundo de Mayoral, que recogió el rebote de un mano a mano del galés que salvó Freixanet. Justo después de la opción del central argentino, salió Bale y prácticamente en el primer balón que tocó mandó un centro perfecto con el exterior del pie izquierdo que remató Borja Mayoral al fondo de la portería de Pol Freixanet. La calidad del galés acabó con el sueño del Fuenlabrada.

Quedaban veinte minutos para la conclusión del choque y el Real Madrid evitó gracias a la reaparición de Bale un sonrojo que podría haber sido de dimensiones históricas. El Fuenlabrada tuvo su justicia poética con el gol de Portilla casi al final y, aunque empató, fue el ganador moral.