El domingo, vaya, sí, sí, el domingo, se cumplieron 10 años del primer Balón de Oro (2009) conquistado por Leo Messi, a los 22 años, por delante, vaya, sí, sí, de Cristiano Ronaldo y Xavi Hernández. Es evidente que el argentino pretendía celebrarlo de una manera muy especial. Bueno, como siempre ¿no?, con un golazo de esos que todo el mundo sabe cómo se gestará y culminará, pero que nadie acierta a parar, a desactivar. Y, ahí, sigue, 10 años después repitiendo esa ceremonia: recibe tras reclamársela a gritos a De Jong, en posición de extremo derecho, ya nada de falso 9, inicia el eslalon hacia el semicírculo del área rival, quiebra a un rival (o dos, o tres, los que hagan falta, llevando pegado el balón a su bota), hace la pared con alguien (preferentemente su amigo Suárez) y, muy pocas veces, de un chutazo, u otras muchas veces con la habilidad de ese piececito izquierdo, donde tiene parte de su cerebro, la coloca junto al poste derecho de Oblak, otro monstruo.

Han pasado 10 años y Messi ha sumado hoy su sexto Balón de Oro. Sigue sin haber duda. Es el mejor de los mejores, lo que no es nada fácil habiendo tantos y tan buenos mejores. Mientras sus compañeros en los anteriores podios (2009: CR7 y Xavi; 2010: Iniesta y Xavi; 2011: CR7 y Xavi; 2012: CR7 e Iniesta y 2015: CR7 y Neymar Júnior) o no están, languidecen o entran en la crisis de los 30 ("se ha recuperado en términos de resistencia, ahora debe recuperar el brillo de antaño, dijo ayer Maurizio Sarri de CR7), Messi continúa en la cima, a mucha distancia de los demás. Esa es, sin más, la demostración de que estamos ante el más grande futbolista (y goleador) de la historia y protagonista de una década prodigiosa, a la que nadie, nadie, le ve final.

La resignación de Alexis Sánchez

Poco después de que Messi ganase su primer Balón de Oro, Andoni Zubizarreta acompañó (junio del 2011), caminando por la Ciudad Deportiva Joan Gamper, a Alexis Sánchez, recién fichado por el Barça, en su primer día de entrenamiento. En la caminata, el chileno le agradeció que le hubiese fichado porque "aquí será donde yo pueda ganar el Balón de Oro". Cuando Zubi le abrió la verja del campo de entrenamiento y mientras le deseaba la mejor de las suertes en su primer día de trabajo, le dijo al oído: "Me temo que mientras ese chico esté en activo, lo del Balón de Oro lo vas a tener difícil". Y le señaló, claro, cómo no, a Leo Messi.

Leo Messi celebra uno de sus muchos goles ante el Real Madrid, en el 2018. / JORDI COTRINA

Pasados unos días, se produjo lo que Ivan Rakitic ha contado este domingo, en el Wanda Metropolitano, después de que la Pulga protagonizase otro de sus goles, no por repetido fácil de evitar. Bueno, imposible. "Leo hace eso y mucho más en cada entrenamiento. Y lo hace contra los mejores defensas del Barça, que son parte de los mejores defensas del mundo", contó Rakitic.

Y, sí, otro día de aquel julio del 2011, Messi dejó sentado, en uno de esos primeros días de pretemporada, a dos de los mejores defensas del Barça, había entrado en el área y había marcado de vaselina ante la salida del inmenso, del portentoso, Víctor Valdés, parecido, sí, a Oblak o Ter Stegen. Cuando Alexis entró en el vestuario de la Joan Gamper y se tropezó con Zubi, le dijo: Tenía usted razón, señor Zubizarreta, no creo que gane el Balón de Oro mientras viva Messi. Es prodigioso. Lo que hace es increíble.

El mejor para todo el mundo

"Messi es, sin duda, mejor que Maradona por diversas razones pero, sobre todo, porque lleva diez años en la cima y los años de Maradona en la cúspide duraron muy poco", explicó un día Sir Alex Ferguson, uno de los grandes, bueno, el auténtico grande, acabando con el debate que consume a mucha gente. No hace mucho, Pep Guardiola le dijo a Ricard Torquemada que el día que vio a Messi, por vez primera, en la tienda de Nike en El Prat, lo vio muy pequeño para ser aquel joven que se anunciaba como estrella. "Pero vino a la concentración de Escocia y empezó a meter goles increíbles y, sí, entonces descubrí que con él lo íbamos a ganar todo". Y así ocurrió. "Es quien marca la diferencia", reconoció Zinedine Zidane, otro monstruo, cuando Messi ganó al Real Madrid (2-3), en abril del 2017.

Leo Messi mira el busto del goleador César Rodríguez al que superó, con solo 24 años, al lograr un triplete, que le colocó en 234 goles como azulgrana, dos más (232) de la marca del 'Pelucas'. / JORDI COTRINA

Hace escasas semanas, cuando al francés Kylian Mbappé, éste sí señalado como el Messi que viene, que llega, que ya está aquí, lo premiaron como el mejor futbolista francés del momento, le preguntaron quien creía él que ganaría el Balón de Oro del 2019. "¿Quién?, pues quién va a ser: Leo Messi". Ya, le dijeron, pero es que en la Champions lo eliminó el Liverpool. "Déjense de tonterías, Messi es el mejor en todo desde hace muchos años y se merece ese Balón de Oro. Lo hace todo bien".

Simeone, la última víctima

Messi se presentó en el Wanda Metropolitano, el único estadio de la Liga de las estrellas donde le faltaba marcar para alcanzar el 38 recinto español donde golear, recién salido del peluquero, con la cabeza rapada (o casi), la barba minúscula y un ademán más juvenil que nunca. Era el look de la gala del Balón de Oro, sí, pero antes debía repetir su ritual de casi cada partido, no por conocido menos maravilloso, vistoso, único, indescifrable. Y, sí, marcó para que el Barça derrotase, por 11 ocasión, al Atlético del Cholo Simeone, que nunca oculta que le gusta más Cristiano Ronaldo.

Diez años después, el 10, número mágico en el fútbol, número perfecto, dorsal que define a los mejores, vuelve a bañarse en oro, mientras los que le acompañaron a lo largo de este viaje, al que no se le ve final, languidecen o, como CR7, intenta recuperar el brillo de antaño.