CÓRDOBA

GRAN TEATRO

JUEVES 6 Y VIERNES 7

20.30 HORAS

Las enormes dimensiones de la orquesta requerida para la primera interpretación por la Orquesta de Córdoba de la Sinfonía número 1, en re mayor, Titán, hacen necesaria la colaboración en este octavo concierto de abono (días 6 y 7, Gran Teatro, 20.30 horas) de otra formación cordobesa, la Orquesta Joven de Córdoba, que sumará al evento su impulso para hacerlo posible.

Estrenada en 1889 en Budapest -donde dirigía la Ópera- bajo la forma de Poema Sinfónico, la Sinfonía nº 1, en re mayor, Titán, no alcanzó su forma definitiva hasta su ejecución en Berlín en 1896, una vez suprimido el segundo movimiento del poema, Blumine (Andante), y aumentados notablemente los efectivos orquestales. El título de Titán se refería a la novela homónima de Jean Paul Richter, que traza la vida de Roquairol, un héroe que se enfrenta a un mundo pernicioso mediante una excepcional fuerza interior construida a base de la exaltación de la imaginación y de sueños puros en el que Mahler se reconoció. Sin embargo, la dimensión autobiográfica de la sinfonía ha de buscarse en las circunstancias de su composición, bajo el signo de la pasión que unía a Mahler con madame von Weber y en sus largas citas de los Lieder eines fahrenden Gessellen.El primer movimiento comienza con una introducción misteriosa e inmóvil que da paso a los sonidos de la naturaleza -el autor describió este comienzo como el «despertar de la naturaleza tras el largo sueño del invierno» en su versión de Poema Sinfónico, en el que llegó a publicar aclaraciones sobre los movimientos en el programa de mano- y a una suave melodía, que se tornan sombríos en la reexposición. El segundo movimiento es un Ländler -una danza popular austríaca próxima al vals- marcado Poderoso y agitado, que contrasta con el siguiente, Solemne y medido, sin retardarse, que se presenta como una marcha fúnebre sobre el tema de Bruder Martin, la versión alemana del francés Frère Jacques, tejiendo con ello un tapiz tenso y contrastado, esencialmente mahleriano, sucediéndose y superponiéndose los episodios inquietantes, irónicos, tiernos, paródicos y demoníacos, -rasgos que lo emparentan con el Shostakovich frágil, violento y grotesco-. El propio autor lo reconocía así al llamarlo Fantasía a la manera de Callot, en referencia al grabador de Lorena, cuyas obras unían dramatismo, ironía, sátira, ternura, visiones cósmicas y cotidianas.

El cuarto movimiento, marcado Stürmisch, bewegt -atormentado, agitado- transita por un dramatismo abierto y mantenido, oponiéndose a los precedentes tanto por sus dimensiones como por su mensaje; comienza sobre una idea sombría del primer movimiento y desde la oscuridad alcanzará la luz y el triunfo tras tres tentativas desgarradoras.