Una de las aldeas con mayor encanto de Priego de Córdoba es el Tarajal, con una situación geográfica privilegiada, metida entre agrestes montañas y al borde mismo del río Salado. Esta pequeñísima aldea de blancas casitas tiene su origen en el siglo XVIII, aunque no será hasta el siglo XIX cuando se consolide como núcleo rural, que se va expandiendo en torno a una cortijada central situada en la parte más elevada de la ladera donde se ubica la población. En el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de ultramar de Pascual Madoz, escrito entre 1845 y 1850, se dice que esta aldea «se halla situada á una legua de la villa de Priego a la inmediación del río Salado: tiene 25 casas y un pilar que surte de agua al vecindario. Su población consiste en 25 vecinos, 99 almas, para cuyo gobierno inmediato hay un alcalde pedáneo».

Por los datos que aparecen en la Wikipedia podemos constatar que la población ha disminuido considerablemente, ya que en la actualidad consta de 33 casas construidas, aunque solamente posee 19 habitantes, ya que la mayoría de éstas son habitadas en épocas vacacionales, es decir, son segundas viviendas. La aldea no tiene ningún tipo de infraestructura ni bar ni colmado ni escuela ni iglesia ni centro de salud. Y para cualquier cosa sus habitantes se tienen que desplazar a Priego o a otra aldea próxima. Esta circunstancia, lejos de ser un inconveniente, acrecienta el interés de esta cortijada como lugar apartado y tranquilo. De hecho, la aldea posee tres casas rurales disponibles durante todo el año para el disfrute de su silencio y sosiego, de paseos por sus sierras y por el río Salado.

La fuente a la que aludía el Diccionario de Madoz la podemos encontrar a la entrada de la aldea viniendo desde El Cañuelo. Es una fuente de un caño con una pila de planta rectangular completamente encalada y que dispone de un lavadero público situado al otro lado de la carretera, donde hasta hace pocos años algunos habitantes lavaban su ropa. Se surte del manantial situado en la ladera del cerro del Tarajal, a unos 600 metros aguas arriba. Esta fuente sirve en la actualidad para refrescar los momentos de calor y para regar los huertos cercanos de los vecinos de El Tarajal. Situada en el interior de la aldea, en el muro exterior de un antiguo molino de aceite, encontramos también un bello humilladero en forma de hornacina, con puerta y celosía.

El nombre de la aldea alude a la abundancia de tarajes, arbusto o pequeño árbol, muy abundante en riberas de ríos y zonas pantanosas salinas del suroeste de Europa, que se caracteriza por su aspecto ligero y plumoso. Los bosquetes más densos de esta especie en el término de Priego los podemos encontrar en el río Salado a su paso por la aldea del Tarajal; y cerca de la misma, este río ha labrado también uno de los parajes más impresionantes del territorio prieguense, bastante desconocido, por cierto, conocido como «la angostura de El Tarajal».

Desde la calle Río hay que tomar un camino que bordea un olivar y desemboca en un estrecho sendero que se introduce en un precioso cañón que ha excavado el río Salado entre Sierra Gata, que queda a nuestra izquierda, mientras que Sierra Leones se sitúa a la derecha. Al inicio del sendero pasaremos por una construcción ruinosa, y luego el paso se va estrechando cada vez más. El camino tiene pinta de bastante antiguo, y en algún tramo aparece sujeto con contrafuertes de piedra. A nuestra derecha se escucha el rumor del agua, pero el río apenas se divisa entre una exuberante vegetación de tarajes, álamos y sauces. El sendero se abre paso entre retamas, encinas, acebuches, aladiernos, cornicabras, hiniestas, esparragueras y plumeros de esparto; también se ven algunas pitas y ailantos; pero el verdadero interés del itinerario es geológico.