Antes de llegar al cortijo Severo, en la ladera de la derecha del camino, se pueden ver dos buenos ejemplares de serbo o serbal común, uno de los cuales, el más alejado, está catalogado por la Junta y la Diputación como «árbol singular», ya que se trata del serbal de mayor tamaño de la provincia, con una altura total de nueve metros. Al igual que el acerolo, el serbal estaba originariamente más extendido, pero hoy día está en regresión tras el abandono de su cultivo como frutal. Este árbol florece durante la primavera y sus frutos, en forma de pequeña pera, se recogen a finales de verano, y suelen someterse a un sobremaduración en paja para hacerlos comestibles. También son utilizados para hacer mermelada y algunas bebidas alcohólicas fermentadas. El tronco de este ejemplar es bastante recto, tiene un perímetro en la base de 1,57 metros y presenta en su parte media un hueco alargado y estrecho.