Separado de sierra Alhucema por el puerto del Cerezo, Bermejo muestra un perfil alargado de noreste a suoreste, con la cumbre y vértice geodésico en su parte central. En ambos extremos se localizan interesantes yacimientos arqueológicos. Al sur, tenemos el jardín del Moro o castillo de Tiñosa, que merece tratamiento aparte; al norte, en el conocido como collado de Bermejo, se sitúan unos vestigios arqueológicos que podrían identificarse -según las investigaciones del arqueólogo Rafael Carmona Ávila- con uno de los baluartes de Ibn Mastana, aliado de Umar Inn Hafsun en el territorio de madinat Baguh (Priego), en el contexto de la fitna de finales del siglo IX y principios de la centuria siguiente, que puso en cuestión el poder del emirato omeya de Córdoba.

Este yacimiento presenta una ocupación que se mantiene hasta pleno siglo X, como demuestra la presencia de fragmentos de forma ataifor o jofaina decorados con la técnica de verde manganeso, y podría tratarse de un hisn que controlara el estratégico paso que supone el puerto del Cerezo. Carmona Ávila plantea la posibilidad de que se trate del hisn al-Nazara de las fuentes árabes al tener, en una de las etimologías propuestas en esta lengua, un marcado significado relacionado con la vigilancia, con el hecho de ver y observar. Este topónimo podría estar relacionado también con el término al-nasara o nazarenos, que es el vocablo que se aplica en el Islam a los cristianos, como seguidores del profeta Jesús de Nazaret. El caso es que, a 1.400 metros al noreste del Collado del Bermejo, se localiza el yacimiento arqueológico de El Arrimadizo I, necrópolis fechada en el siglo VII o principios del VIII.