Raphael «es aquel» que siempre ha vivido como ha querido, un tesoro que sabe valorar y que está al alcance de muy pocos. Su secreto, además de su silencio absoluto seis horas antes de cada concierto para preservar con mimo su valiosísima garganta, parece ser el respeto por su profesión y, según dijo recientemente en una entrevista concedida a este diario, no haberse dejado dirigir más que lo suficiente para poder ser él mismo, y tomar sus propias decisiones a lo largo de su extensa carrera.

Sea como fuere, Raphael se ríe hoy del tiempo, lo condensa y pliega a su antojo, manteniéndose en la élite de ese olimpo del estrellato durante más de medio siglo. Y sin parar de conquistar flancos, como la reciente (y en otros tiempos impensable) pleitesía que también le rinde ahora el panorama indie español. Ahí es nada, sobre todo porque no todo fueron luces en esta trayectoria en la que la personalidad y el temple de Raphael ganó la batalla a las lógicas sombras que asaltan una vida, que, además, se consagra al escenario.

Casi a disco y gira por año, en esta ocasión llega a Córdoba, una de sus habituales estaciones, para presentar su enésimo trabajo, titulado Infinitos Bailes, y su gira Loco por cantar, que le llevará, de momento, a un buen puñado de ciudades españolas y a otras tantas por todo el orbe que tantas veces ha recorrido. Para este disco Raphael ha contado con las composiciones de varios artistas y amigos jóvenes, y no tan jóvenes, a los que después ha tamizado con su famosa y personal impronta sonora y gestual. Dani Martín, Vanesa Martín, Bunbury, Mikel Izal e Iván Ferreiro, entre otros, han sido los «vientres de alquiler» del artista para gestar un disco que disfrutará él en el escenario y que está teniendo una gran acogida. No obstante, en esta gira no faltarán las aclamadas canciones buques insignia de su historia como Digan lo que digan, Qué sabe nadie, Mi gran noche...

Miguel Rafael Martos Sánchez, aquel chico de Linares de voz firme y gesto vehemente que, como recordarán los sexagenarios, había comenzado su carrera ganando el Festival de Benidorm y poniéndole ph a su nombre, es hoy un icono de la marca España y un ídolo que llena y vuelve a llenar. El Ruiseñor de Linares se ha atrevido con todo a lo largo de su existencia artística, incluso a cantar en otros idiomas (que no es precisamente su fuerte) como el alemán, el inglés, francés, y hasta en japonés. Tiene el único Disco de Uranio otorgado en el mundo como premio por más de 50 millones de discos vendidos, que se dice pronto, además de 49 de platino y 326 de oro. Siempre de negro, tuvo su más grande aventura artística hace años, atreviéndose también con el doble papel en el musical Jekyll & Hyde, un reto del que salió de nuevo airoso, además de sus innumerables películas en las décadas de los años sesenta y setenta, e incluso alguna muy reciente.

En sus últimas creaciones musicales, Raphael se rodea de artistas de renombre para confeccionar discos de verdadero lujo. Alejandro Sanz, Miguel Bosé, Alaska, Enrique Búnbury, Perales, Serrat, Ana y Víctor, Juanes, Paloma San Basilio o Ana Torroja ya habían colaborado con él. Ahora, con Infinitos Bailes, usa de nuevo una fórmula que parece estar dando buenos resultados. Siempre será Aquel.

CÓRDOBA

TEATRO DE LA AXERQUÍA

SÁBADO 10

22.00 HORAS