E 8 de marzo de 1794, el capellán de Priego, Antonio Lozano, escribía una carta a don Tomás López, geógrafo y cartógrafo español del período ilustrado, con la intención de proporcionar diversos datos geográficos de Priego de Córdoba, donde se hacía alusión también al término de Rute. Dice el clérigo que «todos estos montes y también las sierras estuvieron poblados de encinas». Y añade: «Quedan muchas, pero podría haber infinidad de ellas, como en lo antiguo, y serían un manantial de riquezas que sin trabajo harían más píngüe al pueblo. Pero la inobservancia de las órdenes de Marina y la muchedumbre del ganado cabrío destruyen los árboles más útiles de este país. Pues son los mejores de Andalucía, no habiendo tierra más fragosa que ésta ni monte más alto e inútil de terreno que no las producían muy frondosas, y la ventaja de tener buenos aguaderos en todos sitios les hace ser superiores a las de otros pueblos y se criarían en poco tiempo si las guardaran».

Con la intención de localizar una de estas encinas centenarias, que ya debían de existir en el siglo XVIII, nos dirigimos hoy a la parte suroriental de la sierra de Rute. Se trata de la conocida como encina del Acarraero, que figura en sendos catálogos de árboles singulares elaborados por la Junta de Andalucía y la Diputación de Córdoba, respectivamente. Se dice de esta encina que es un árbol destacable por el conjunto de sus dimensiones, tanto por su perímetro de tronco, como por su altura y proyección de copa. Su edad estimada es de unos 500 años y muestra un gran vigor y una salud excelente. Algunas de las ramas inferiores prácticamente tocan el suelo. El fuste crece con una cierta inclinación y por debajo de su cruz principal arranca en solitario una gran rama. El nombre local con que se conoce esta encina tiene su origen en su antigua utilización como «acarraero» o sesteadero tradicional por el ganado, cuando el entorno estaba constituido por pastos y matorrales, antes de la implantación reciente del olivar y de los pinares.

DECEPCIÓN // La forma de llegar a esta encina única viene perfectamente descrita en el libro de árboles singulares de la Diputación, que, además, se acompaña de un pequeño mapa, y dice así: «Desde Rute se toma la carretera a Priego por Las Lagunillas (CO-8212). A la altura del cortijo Los Arcos hay que subir por una ladera en diagonal a través del olivar, hasta llegar al mismo borde del pinar. Está a 500 metros de distancia desde el cortijo». Existe la aplicación informática Google Earth donde se puede ver la localización exacta de los diversos árboles singulares catalogados por la Junta, pero al buscar la encina del Acarraero, en el lugar que marca su situación no se ve encina alguna, a lo sumo un claro entre los olivos donde se acumulan algunos rastrojos.

Con la esperanza de que fuera un error en las coordenadas decidimos ir a visitar el lugar, pero nuestros temores se confirmaron. La encina ha desaparecido, y entre un revoltijo de zarzaparrillas, almeces y pequeñas higueras encontramos sus restos requemados y semienterrados, que nos permiten deducir las enormes dimensiones del árbol destruido. No sabemos lo que le pudo pasar, si terminó secándose, acabó con ella un rayo, o simplemente se eliminó para ser sustituida por olivos o por estorbar las labores agrícolas. Lo que está claro es que no es el único caso de árbol singular que ha desaparecido en los últimos años, que la destrucción de «los mejores árboles de Andalucía», que ya denunciara el capellán de Priego, sigue produciéndose y que sería conveniente dotar de cierto rango de protección a estos símbolos del patrimonio natural de nuestra tierra. Decepcionados y desolados por nuestro descubrimiento, decidimos, ya que estábamos al borde del pinar, continuar el paseo remontando por la ladera sur la parte oriental de la sierra de Rute, para llegar hasta el puerto de Rute.