Probablemente, se trata del paisaje más espectacular de toda la provincia de Córdoba. Nadie diría que el majestuoso espolón montañoso de La Horconera guardase en su interior este secreto y hermoso valle. Desde el puerto del Cerezo, que con sus 1.350 metros es el puerto natural más alto de la provincia, baja un serpenteante un camino entre los desafiantes tajos de la sierra Alhucema, en cuyas paredes llenas de oquedades se aferran hiedras y sabinas, y el farallón rocoso del pico Bermejo, de 1.475 metros de altitud. Paisaje de alta montaña que no tiene nada que envidiar a muchos valles pirenaicos, de Gredos o de los Picos de Europa, sobre todo si se visita durante los meses de otoño-invierno. El silencio sólo es roto por los ruidosos bandos de chovas piquirrojas o por los balidos y cencerros de algún rebaño de ovejas que pastan sobre la verde y fresca hierba que acaba de brotar en el amplio collado.

Pero hay un detalle que identifica claramente este paraje con el paisaje andaluz: al fondo del valle se divisan lomas y más lomas cubiertas de olivos -ese cultivo noble mediterráneo, rústico y adaptado a la aridez y condiciones ecológicas de nuestra región- que se adentran en la provincia de Jaén. En un pasado no muy lejano, el itinerario por el puerto del Cerezo podía recorrerse por completo entre la espesura del bosque mediterráneo, constituido por encinas en las partes más bajas, quejigos en las tierras más umbrías cercanas a los cortados, y algunos arces en las zonas más altas y frescas. A principios del siglo XX, los árboles fueron cortados paulatinamente como fuente de combustible para fabricar carbón, aclarándose cada vez más. Entre los años 1964 y 1965 el por entonces Servicio de Conservación de Suelos construyó el camino del Puerto por donde discurría el sendero o paso natural utilizado desde tiempos inmemoriales -ya a mediados del siglo XIV Alfonso XI lo denomina puerto de Enmedio y lo considera un buen cazadero de oso y jabalí-.

VEGETACIÓN // Esta nueva vía de comunicación fue utilizada para abancalar y sembrar de pastos las cumbres de estas sierras, destinadas a ganado lanar. El sobrepastoreo de cabras y un gran incendio ocurrido en 1970 destruyeron gran parte de la vegetación que quedaba y potenciaron los fenómenos erosivos, que casi han borrado las bancadas, cubiertas por los derrubios de los canchales de sierra Alhucema.

Pero todavía quedan vestigios de lo que en su día fue un espeso bosque mediterráneo en forma de un encinar aclarado, salpicado de quejigos y arces de Montpellier. En el arroyo del Puerto encontramos majuelos, rosales, chopos y algún que otro olmo, desgraciadamente afectado por la grafiosis, aunque la comunidad vegetal más interesante la tenemos culminando el mismo puerto del Cerezo. Son los llamados matorrales xeroacánticos o matorrales espinosos en almohadilla propios de las altas montañas secas de la región mediterránea, de los que ya hemos hablado en anteriores ocasiones. Aquí también encontramos especies endémicas de alto valor natural, entre las que destaca la viniebla azul, endemismo de las sierras calizas de Jaén (Mágina y Pandera), Málaga (Almijara) y Córdoba (Horconera), en grave peligro de extinción como consecuencia del sobrepastoreo intensivo. Además es una especie de elevado interés farmacológico potencial y, quizás, ornamental.

El camino parte desde la carretera CO-7208 (que une la A-3226 a la A-339, entre Carcabuey y Priego) en una zona de población dispersa conocida como Fuente Barea. A dos kilómetros escasos del cruce con la A-3226, se inicia a la derecha el carril que conduce al cortijo del Puerto. Al llegar a la casa, hay que torcer a la derecha rodeando la fuente -con un pilar de planta rectangular y encalado de tres metros de longitud- y la tolva de carga, y traspasando la cadena, enfilar el carril que tras mil vueltas y revueltas va a conducirnos al mismísimo puerto.