Hoy, a las 20.30 horas, el Teatro Góngora acogerá el estreno absoluto de la obra de Antonio Serrano La pensión de los artistas, un montaje en el que la música forma parte de la historia. Dirigida por el cordobés Juan Carlos Villanueva, el equipo artístico está formado por los también artistas de la tierra Marisol Membrillo y Alberto de Paz al piano. La acción se centra en la España de los años 50, cercana aún a las consecuencias de la guerra civil, desde una perspectiva llena de amor y ternura hacia una sociedad bloqueada por su pasado más reciente.

En palabras de su autor, tras la barbarie de cualquier guerra parece que solo quedan los nombres de los héroes, vencedores o vencidos, que de una forma u otra pasarán a engrosar las páginas de la historia. Pero a su lado hay una serie de seres anónimos, aparentemente débiles pero llenos de frágil fortaleza, a los que hay que dar vida, hacerlos de carne y hueso y rescatarlos del olvido para que, con todos sus derechos formen parte de la memoria de la historia. Hombres y mujeres anónimos, sin proezas en su biografía, que sobreviven al horror en un lugar o en otro, con sus vidas maltrechas, truncadas para siempre, y de los que el tiempo se encarga de borrar toda huella. Seres humildes, llenos de esperanzas, de sueños, de amor, de ilusiones, a los que esa guerra ha destrozado para siempre, pero cuyos corazones continúan latiendo sin rencor y sin odio.

Este es el caso de la protagonista de La pensión de los artistas, Dora, que regenta una sencilla pensión de pueblo y que intenta ser feliz, a pesar de haber tenido que renunciar a muchas cosas por haber nacido en un país determinado y en unos tiempos turbios. Puede que estas circunstancias le hayan robado parte de su proyecto existencial, pero no guarda rencor al pasado. Recuerda con cariño a su madre, una afamada artista, su añorada vida en la capital rodeada de músicos y actores y su vocación de cantante profesional, a la que tuvo que renunciar por las circinstancias que rodearon su vida. Entre rebelde y resignada, su existencia es sencilla, sosegada y, en cierto modo, hasta satisfecha.

La música y la radio, sus dos contactos con el exterior, le sirven como refugio que ya nadie le podrá robar. Seguro que más de uno conocemos a otras Doras que hay que resucitar para quererlas y admirarlas, aunque sólo sea para escuchar de sus labios las canciones de sus recuerdos y aprender de ellas la alegría de vivir. Esta es, quizá, la razón de ser de este monólogo con música en directo a cargo del pianista Alberto de Paz.

Su autor, el ciudadrealense Antonio Serrano, emplea en est etexto un lenguaje limpio, directo, que hace llegar esta profunda metáfora hasta el público. Por su parte, Juan Carlos Villanueva modela toda esta simbología alegórica para que la poesía del texto se haga patente en cada momento. Grandes Marisol Membrillo y Alberto de Paz, al dotar a los personajes de voz y notas musicales que van desde la copla, los boleros hasta el cuplé y hacen vibrar más todavía un texto penetrante y sin fisuras.

CÓRDOBA / TEATRO GÓNGORA / VIERNES 23 / 20.30 HORAS