Descendemos por un estrecho sendero para colarnos en el interior de esas dolinas dobles. Una espesa vegetación se ha adueñado de estos tremendos agujeros. Entre encinas, higueras, cornicabras y majuelos se distinguen viejos pies de olivo y antiguos muros y acúmulos de piedra, que denotan un aprovechamiento agrario ya lejano. Sorprende la cantidad de orquídeas que crecen en el fondo de las dolinas. Visité el lugar en el pasado mes de mayo, y aún podían verse bastantes, muy ajadas ya y de difícil identificación, aunque pude reconocer algunas especies, como la inconfundible y abundante orquídea amarilla (‘Ophrys lutea’) y la más rara orquídea del ahorcado (‘Aceras anthropophorum’).

El sendero continúa saliéndose de las dolinas y ascendiendo al pie de los crestones dispuestos a lo largo del espinazo de la sierra, buscando un collado que nos permita acceder a la otra vertiente de la sierra. A nuestra derecha se distingue otra dolina, el barranquillo redondo, una pequeña depresión donde se ha instalado un olivar. Por encima y detrás, se sitúa la cueva del Higuerón, interesante cavidad de 232 metros de recorrido y 34 de profundidad, situada en la cota 776 metros.

El sendero desciende hasta el borde de un olivar, entre retamas y esparto, hasta unirse con el camino de la cuesta de la Hoz por donde saldremos de nuevo al collado del Cerrillo Carpintero, pasando por el viejo caserío de Martín, cerrando de este modo el bucle. Este último tramo ofrece buenas vistas de la ciudad de Priego de Córdoba.