La Orquesta de Córdoba -aumentada con la colaboración de la Joven Orquesta de Córdoba- bajo la dirección de Carlos Domínguez-Nieto, su director titular, vuelve a la temporada de abono el próximo jueves 12 con un programa titulado Cuadros de una exposición, en el que escucharemos la homónima obra de Modest Mussorgsky (1839-1881) en la instrumentación de Maurice Ravel (1922) en la segunda parte del concierto.

El concierto comenzará con la Sinfonía concertante en si bemol mayor nº 105 para oboe, fagot, violín y violonchelo, de Joseph Haydn (1732-1809), compuesta en Londres en 1792, y estrenada en la capital británica el 9 de marzo de ese año en uno de los conciertos Haydn-Salomon. Su exalumno Ignaz Pleyel desafiaba al maestro austríaco en los Conciertos Profesionales, organización rival a Salomon, para los cuales había compuesto varias sinfonías concertantes, razón por la que Haydn se vio obligado a competir en un terreno inexplorado para él hasta entonces, aunque hubiese utilizado en sus sinfonías varios instrumentos solistas.

En el Allegro, en el que intervienen los cuatro solistas a partir del tutti inicial, se oponen dos elementos: la flexible melodía del comienzo y los sobresaltos de energía que produce el martilleo de tres notas. Le sigue un Andante cuyo tema es cantado a dúo por los solistas sucesivamente, acompañado del pizzicato de la cuerda, con una escritura instrumental extremadamente rica.

El final, Allegro con spirito, comienza con despreocupación, pero su curso se interrumpe con un recitativo instrumental, que reaparece al final, precediendo a la grandiosa conclusión.

La muerte del arquitecto Victor Hartmann, amigo del Grupo de los Cinco, dio lugar a una exposición de sus dibujos y maquetas, lo que sugirió a Mussogsky la composición de su ciclo para piano.

El compositor ruso parte a menudo de sugestiones insignificantes e, incluso, de temas que nunca han formado parte de la exposición para pintar imágenes que responden a sus arquetipos y fascinaciones personales.

Tras el primer Paseo, se suceden los cuadros: inquietante y casi demoníaco el retrato de Gnomus, nostalgia obsesiva en El viejo castillo, finura y ligereza en los juegos de niños de las Tullerías, rítmica y robusta la carreta de Bydlo, humorístico el Ballet de los dos polluelos en sus cascarones… Hasta llegar a La gran puerta de Kiev”, por donde vuelven a pasar los acentos del Paseo bajo una forma épica y grandiosa, alternando con un coral religioso y concluyendo con un inmenso carillón que moviliza a toda la orquesta (Tranchefort).

CÓRDOBA. GRAN TEATRO. JUEVES 12. 20.30 HORAS