Con el título Del nuevo mundo, el duodécimo concierto de abono cierra una temporada en la que la Orquesta de Córdoba nos ha ofrecido no pocos conciertos espléndidos. Sin duda, esto ha sido posible gracias al enorme esfuerzo realizado por los miembros de la formación cordobesa, que han conseguido un sonido y unas interpretaciones que quedarán en la memoria de muchos. Echaré de menos las citas con la orquesta durante el verano, pero lo haré con gusto sabiendo que quienes nos han proporcionado horas impagables descansan merecidamente. Nos queda recurrir al recuerdo de la 4ª de Bruckner, La Pasión, la Patética de Tchaikovsky o La Consagración de la Primavera para pasar un buen rato mientras tanto.

He de reconocer que, hace poco más de un año me equivoqué en mi opinión sobre el proceso de selección del nuevo director, que me parecía estrecho: a la vista de los resultados, el proceso fue más que acertado. Los aciertos comienzan con la programación -en la que cada cita se concibe de forma poliédrica-, procurando la diversidad en cada concierto, con una presencia notable de música del siglo XX, y continúan con los solistas y directores invitados, que han mantenido un nivel musical alto y han permitido una variedad de obras que ha enriquecido la temporada.

En cuanto al director titular, Carlos Domínguez-Nieto, su forma de concebir la interpretación, la articulación que imprime y las intensas versiones de las obras que ha dirigido han permitido al público aproximarse a ellas desde una perspectiva emocional a veces estremecedora. Su labor ha sido excelente, pero tiene otra temporada, al menos, para desarrollar su proyecto.

El concierto de cierre de temporada comenzará con la Serenata de cuerdas, Op. 87 de Joaquín Turina, acabada en 1935 y estrenada en 1943 en el Teatro Coliseum de Madrid por la Orquesta de Cámara de Berlín bajo la dirección de Hans von Benda. Turina estiliza aquí las formas folclóricas hasta domesticarlas -no como Falla, que las deja galopar sobre nuestras cabezas-, creando, no obstante, una obra con momentos particularmente dramáticos. A continuación escucharemos a la sevillana Cristina Montes al arpa en el Concierto para arpa, Op. 25 de Alberto Ginastera, obra compuesta en 1956, década difícil para el compositor, que fue cesado por el gobierno de Perón de su plaza de director y catedrático en el Conservatorio de la Plata.

El concierto forma parte de un tríptico en el que le acompañan el concierto para piano y el de violín y especula entre el nacionalismo y el serialismo, con un segundo movimiento en el que la escritura se acerca al dodecafonismo.

La Sinfonía nº 9, en mi menor, del Nuevo Mundo, Op. 95 -la gran obra americana de Anton Dvorak si decidimos considerar menores su cuarteto y quinteto «americanos»-, fue estrenada el 15 de diciembre de 1893, durante su primer viaje a América, en el Carnegie Hall de nueva York con un inmenso éxito.

El autor checo adapta en ella con notable homogeneidad elementos melódicos americanos -si bien ninguno de ellos se toma directamente del folclore, sino que son originales del autor imitando a los escuchados durante su estancia en Estados Unidos- en una sinfonía equilibrada al modo de Beethoven; dos movimientos rápidos en los extremos y uno lento con un Scherzo con trío en el interior.

CÓRDOBA / GRAN TEATRO / JUEVES 20 Y VIERNES 21 / 20.30 HORAS