CÓRDOBA

GRAN TEATRO

JUEVES 28

20.00 HORAS

Con el título Ha nacido la sinfonía, el sexto concierto de abono de la Orquesta de Córdoba nos llevará a lo largo de los siglos XVII y XVIII para asistir a la gestación y nacimiento de la sinfonía tal y como la conocemos. Desde Claudio Monteverdi, en cuyo tiempo la sinfonía no era sino la obertura de una ópera -también puede preceder a una cantata o una suite en pleno barroco- hasta Haydn, que añade nuevos movimientos y les otorga un sentido renovado en los desarrollos, entregándola al siglo XIX preparada para su gran expansión, que se prolonga en el XX, el concierto nos conducirá de forma seductora a lo largo del proceso de vertebración de la sinfonía.

La ocasión tiene gran interés al contar con el joven director Eduardo Portal sobre el podio, cuya breve, pero intensa carrera profesional, está plagada de invitaciones de orquestas y a festivales de primer nivel. Claudio Monteverdi (1587-1643) partía de la polifonía del último Renacimiento para transitar el siglo XVII, en el que fue la figura principal de una revolución que condujo al Barroco. La obertura de L´Orfeo (1607) ilustra aquí el concepto barroco de la sinfonía como obertura, que toma aquí la forma de una breve fanfarria que crece en orquestación y riqueza en las repeticiones y que construye un fuerte contraste con la arcaica dulzura del Dal mio Permesso amato que le sigue en la ópera.

La sinfonía-obertura con que Jean-Baptiste Lully (1632-1687) prologa el ballet Alcidiane (1636) es aún más breve, aunque tiene un carácter más elaborado e inaugura la Obertura francesa de tres movimientos. Unos ochenta años después de la obra de Lully, Alessandro Scarlatti (1660-1725) compuso sus Sinfonie di concerto grosso” (10715), de las que escucharemos la número 12, La geniale. Una estructura común unifica las sinfonías, que se diversifican en lo concertante, convertido en un grado más de riqueza en la andadura del género.

Varias décadas más tarde, los contemporáneos de la juventud de W. A. Mozart (1756-1791) concebían la sinfonía como un derivado de la sinfonía italiana tripartita, ya desligada de la función inicial de preludio. El género se emancipó mediante el enriquecimiento de la orquesta, la elaboración de la escritura y la adición de más movimientos, liberándose así de la simetría original. Todas estas características se encuentran en la evolución mozartiana, que comienza con la Sinfonía nº 1 K 16 (1754, escrita a los ocho años de edad), que escucharemos a continuación y culmina alcanzando la perfección en (al menos) las seis últimas, con la Júpiter (1788), clausurando magistralmente el ciclo. El extraordinario impulso que experimentó la sinfonía durante el clasicismo queda ilustrado al comparar la obra del joven Mozart con la del último Haydn (1732-1809), la Sinfonía nº 104 en Re Mayor (1795), la última de las inglesas. En ella, la riqueza, la complejidad y el dramatismo avanzan claramente hacia la sinfonía romántica, cada vez más abierta en su forma, mayor en sus dimensiones y más triunfante en el espectro de la música sinfónica. Un bonito viaje en el tiempo a través de la música.