Con un preludio de zarzuela prácticamente desconocido y un estreno absoluto en la primera parte del programa, el título del quinto concierto de abono de la Orquesta de Córdoba, Música romántica, que estará bajo la batuta de su director titular, Carlos Domínguez Nieto, podría quedar sobradamente garantizado con la sola programación de la monumental Sinfonía nº4, en mi bemol mayor, Romántica, de Bruckner, una de las cimas de la Música, así, en mayúsculas y sin acotamiento alguno.

Pero antes de entregarnos a la escucha de la Romántica habremos pasado por el preludio de El anillo de hierro de Marqués (Palma de Mallorca, 1843-1918), zarzuela estrenada con gran éxito en 1878 que cayó posteriormente en el olvido, probablemente por la intención del autor de huir del folclore y deslizar sus obras hacia los patrones del género operístico más que hacia lo local. Tras el preludio, escucharemos Entrepuentes (2018), estreno absoluto del destacado compositor argentino Jorge Horst (Rosario, 1963), que ha desarrollado su labor como docente y compositor en los continentes americano y europeo.

Anton Bruckner (Ansfelden 1824, Viena 1896), organista antes que compositor, compuso su primera sinfonía en modo mayor, la cuarta, a lo largo de 1874, pero reescribió su final en 1880 -versión que ofrecerá la Orquesta de Córdoba-.

Enmarañada su existencia en la polémica entre wagnerianos y brahmsianos, inseguro y torpe en sus relaciones personales y profesionales, al asomarnos a su música descubrimos una personalidad profunda a la vez que volcánica y unas ideas que le han procurado un lugar propio en el Olimpo musical.

El tratamiento de la orquesta como un gigantesco órgano, lo grandioso de las estructuras que levanta, en las que fecunda los diferentes movimientos por medio de una célula esencial dando lugar a una unidad que se vuelve compacidad en sus sinfonías y la intensidad emotiva que despliega, destilan una trascendencia a veces abrumadora; bajo esta luz, «la música de Bruckner es una búsqueda de intimidad, de abandono, de encuentro místico con la plenitud, con la belleza en estado puro» (J. Elzo) y se administra sin anestesia, asumiendo los riesgos.

El trémolo apenas audible en la cuerda con el que comienza la Romántica es un murmullo primigenio del que surgen los sonidos nacidos en su interior, sin prisa, pero inexorables en sus desarrollos, implacables en su impulso, aunque terriblemente esforzados en su culminación. El Andante, quasi allegretto, sencillo y melancólico, da paso al Scherzo, que cabalga sobre los sucesivos crescendos impulsados por las trompas en una carrera enloquecida que se cierra súbitamente.

En el cuarto movimiento cristalizan los tres anteriores y comienza con un misterioso preámbulo que crece en intensidad y oscuridad, jugando a placer con los motivos para conducirnos a la coda, uno de los más grandes pasajes acumulativos de Bruckner: el motivo principal emerge de la niebla sobre la vibración constante de la cuerda y se va transformando en densas oleadas sucesivas que se superponen en un crescendo que parece infinito y se hace casi insoportable, sobrehumano, hasta desembocar en los acordes finales, limpios, profundos, ligeros, deslumbrantes. No se la pierdan.

CÓRDOBA

GRAN TEATRO

JUEVES 24 Y VIERNES 25

20.30 HORAS