esta noche, los abonados del ciclo B de la temporada de conciertos de la Orquesta de Córdoba podrán escuchar el rusísimo programa que ya interpretó ayer la formación musical para los del ciclo A: aquellos a quienes les atraigan la variedad y los contrastes --o aquellos a los que no les atraigan el monolitismo y la homogeneidad-- tendrán que buscarlos en otra parte o en otra temporada, el quinto es ruso.

Y no es que las obras sean poco interesantes: comenzará el concierto con la Obertura de Ruslan y Ludmila de Glinka (1804-1857), ópera en cinco actos cuyo libreto está basado en el poema homónimo de Aleksandr Pushkin. Breve pero brillante, de un dinamismo irresistible, la obertura es un resumen de la acción de la ópera --lo cual es muy común en las oberturas operísticas durante el siglo XIX--. Tres temas constituyen la trama: el de Ruslan, enérgico y belicoso, el de su amor por Ludmila, dulce y melódico, y el maléfico, encarnado en el enano Chernomor.

Seguidamente, los espectadores escucharán de la celebérrima obra de Borodin (1821-1889) El príncipe Igor -ópera en cuatro actos con libreto del propio compositor-, la Obertura, la Danza de las princesas Polovtsianas y las Danzas Polovtsianas -orquestadas estas últimas en una sola noche con la ayuda de Rimski-Korsakov y Liadov-.

En ellas, el kan polovtsiano Kontchak trata con hospitalidad a Igor, su prisionero, y le procura distracción haciendo bailar a las jóvenes esclavas. Las danzas nos ofrecen un espectacular ejemplo del exotismo musical ruso, de áspera y salvaje sensualidad y se desarrollan en varios episodios contrastados: Danza de las muchachas, graciosa, nostálgica y con cierta carga lasciva; Danza de los hombres, salvaje y turbulenta en el clarinete, el flautín, la flauta y la cuerda sucesivamente; Danza colectiva, en la que se alcanza una suerte de trance apoteósico bajo su tema pulsional; Danza de los muchachos, viva y ritmada desemboca en la melodía de la de las muchachas, y Danza final, que retoma el tema de la de los hombres, intensificándose hasta alcanzar el paroxismo.

Tras la pausa, se podrá escuchar la suite de Pulcinella, que marca la adopción por parte de Stravinski (1882-1971) del estilo neoclásico y su atracción por el teatro de máscaras: Pulcinella es la pariente mediterránea de Petrouchka, la versión latina de aquella marioneta rusa. Basándose en fragmentos de óperas como Arinao en Siria, Lo frate ´nnamorato, Il Flaminio o sonatas y arias de concierto de Pergolesi (1710-1736) (aunque posteriormente se ha demostrado que algunas de las obras pertenecen a Gallo, Chelleri y Parisotti), Stravinski retorna a la tonalidad y a la simplificación de la escritura y del ritmo.

La suite consta de ocho números: Sinfonía, enérgica y radiante; Serenata, con un bello tema en el oboe; Scherzino, Allegro, Andantino, pequeño tríptico en progresión dinámica; Tarantella de vertiginoso motorismo; Toccata, de mayor ritmo; Gavota noble y graciosa; Vivo”, cómico en los glissandi de trombón; Minuetto y Gavotta, de pomposa solemnidad y Finale, de atmósfera buffa.

CÓRDOBA

TEATRO GÓNGORA

VIERNES 19

20.30 HORAS