Ciertamente, será extraordinario el concierto con el que la Orquesta de Córdoba celebrará su 25 aniversario, y no sólo porque no esté incluido entre los de abono, sino porque estará dirigido por el maestro Leo Brouwer --un hito en la historia de la formación--, que vuelve a la ciudad con un jugoso y colorido puñado de obras que lo convierten en el mirlo blanco de la temporada en cuanto a programación se refiere: con este concierto se celebra una forma abierta y contemporánea de entender la música. No en vano, Brouwer recibió en 1999 el premio de la SGAE al Mejor Artista Clásico por una programación sinfónica poco convencional y con fuerte presencia de obras para guitarra. Como si fuese una reafirmación de estos valores, le acompañará hacia final del concierto el guitarrista y multiinstrumentista Pablo Salinas, creador de la orquesta de guitarras eléctricas Synfonity, con la que interpreta a los clásicos.

Siete obras americanas -por su composición u orquestación- forman el programa que escucharemos el próximo domingo, que comenzará con la Fanfarria para el hombre común, de Aaron Copland (1900-1990), un encargo que E. Goossens, director de la Orquesta Sinfónica de Cincinnati, hizo a dieciocho compositores con la intención de homenajear a los combatientes aliados en la Segunda Guerra Mundial y que habrían de ser estrenadas en la temporada 1942-43. Condensada en escasos minutos, la obra destila una épica de escala humana que no remite al héroe, sino al individuo anónimo frente su destino.

Continuaremos con Homenaje a García Lorca, del mexicano Silvestre Revueltas (1899-1940), compuesta en 1936 en tres movimientos, cada uno con una influencia folclórica distinta -pasada por el tamiz contemporáneo- y un tratamiento de poema sinfónico que los unifica. De aquí saltaremos a Brasil, con Evocación de las Montañas, de Henrique de Curitiba (1934-2008), un breve «poema sonoro» melancólico, pausado y ceremonioso que dará paso al intenso Danzón nº 2 de Arturo Márquez (1950), un emocionante artefacto musical que transita entre la sensualidad y la visceralidad por la senda de la inspiración folclórica. A pesar de su brevedad, la obra nos lleva de ida y vuelta de lo irascible a lo concupiscible con la facilidad, imprevisibilidad y naturalidad de la vida misma.

De las tres últimas piezas, Las ciudades invisibles es original de Brouwer y está basada en el poético y magistral libro de Italo Calvino, y las dos posteriores son arreglos de obras ajenas realizados por el cubano: la orquestación de Adiós Nonino, el célebre tango que el argentino Astor Piazzolla (1921-1992) dedicó a la memoria de su padre y las Beatlerianas para guitarra y cuerdas.

Toda una declaración de principios. ¡Y qué principios!

CÓRDOBA

GRAN TEATRO

DOMINGO 29

20.30 HORAS