El cerro de Morrón Chico, o Moleón Chico, se sitúa al sur del cerro de Morrón Grande y, como su nombre indica, es de menor tamaño que éste, tanto en altitud -con 751 metros en su cota más elevada- como en superficie, la cual muestra una forma triangular. Al igual que su cerro hermano, Morrón Chico presenta una cumbre plana a modo de meseta y muestra una ladera norte bastante más escarpada que su vertiente meridional. La vegetación es menos frondosa y se compone casi exclusivamente por matorral bajo. A los pies de este promontorio montañoso se disponen dos pequeñas aldeas -Palomares y las Piedras- y un diseminado conocido como Los Pérez. Se trata de minúsculos núcleos de población de casas blanqueadas, cada una con su fuente próxima, que suponen una buena representación de la arquitectura rural del término de Rute.

Se puede dar un paseo conectando las tres aldeas que rodean al cerro de Morrón Chico, utilizando diferentes carreteras, caminos rurales y vías pecuarias. Un buen punto de partida es el restaurante El Cortijo, situado en el kilómetro 18 de la carretera A-3226, que conecta las localidades de Rute y Carcabuey. Debemos caminar unos 200 metros por dicha carretera en dirección a Rute, para tomar un desvío a la derecha que se dirige a la aldea de Palomares. Justo en el cruce hay una pequeña área recreativa en cuya parte más occidental se encuentra la fuente de Palomares. Seguimos por el camino de Palomares, dejando a la derecha el molino o fábrica de aceite del mismo nombre. A nuestra izquierda, aparece, en lo alto de una loma, la ermita de san Isidro, a la que se llega más cómodamente desde un camino que parte de la carretera A-3226.

El camino asfaltado atraviesa la aldea de Palomares y continúa por una pista terriza que traspone por los cerros de Roa y desemboca en la carretera A-331, cerca del restaurante El Vado. Debemos de seguir por dicha pista algo más de un kilómetro hasta llegar a una encrucijada que encontramos pasado el bonito cortijo de Lasa. Tomamos el desvío de la derecha y luego otra vez un desvío a nuestra diestra, para descender por un valle situado al norte del cerro de Morrón Chico. Dejamos a nuestra izquierda un cortijo con una explotación ganadera de cabras, para luego llegar al cortijo de Los Linares, que se oferta como alojamiento rural. Desde aquí podemos ascender hasta la cumbre de Morrón Chico, aunque no hay que olvidar que se trata de una propiedad privada, por lo que sería conveniente pedir permiso para pasar.

El camino asciende por un olivar rodeado de cercas, con la intención, seguramente, de guiar el ganado hasta lo alto del cerro sin que causen daño a los olivos de alrededor. Al final de este pasillo encontramos una portilla de alambre y, una vez atravesada, debemos seguir buscando el camino más usado por las cabras, que trepa a media ladera hacia el oeste. Llamará nuestra atención los enormes lentiscos de troncos retorcidos con gran parte de sus raíces expuestas al exterior, debido a la intensa erosión provocada por el pastoreo intensivo al que se ha sometido esta ladera. También encontraremos algunos grandes ejemplares de enebro y, llegados a la parte alta, un denso matorral bajo de jara blanca, aulaga, retama, romero, matagallo y lentisco.

El sendero se continúa con una franja de vegetación más aclarada, a modo de cortafuegos abandonado, que nos conduce hasta una pequeña hondonada situada en lo alto del cerro. Se trata de una dolina, que son absorbentes en un primer estadio, perollega un momento que se colmatan, y las aguas que se quedan en ellas aportan arcillas de descalcificación. La dolina se transforma entonces en una charca o estanque después de cada lluvia, que se deseca lentamente por evaporación. El suelo se cubre de tierra de color rojizo, o terra rossa, que en primavera aparece tapizada de unas florecillas rosadas, Geranium rocoderi.