Asus 69 años, se puede decir que Manuel Martínez es toda una institución en Córdoba y un fenómeno digno de estudio en los círculos musicales de todo el país. Sobran dedos de una mano para contar los artistas españoles que han perdurado más de cinco décadas subidos a los escenarios y Manuel Martínez es uno de ellos. En esos más de cincuenta años, aquel humilde maleno (gentilicio de la cordobesa población de Posadas) ha vivido de todo, se ha rehecho y reinventado mil veces, no por ello sin dejar de tomar decisiones cruciales y drásticas para el grupo que aun lidera, y de las que no todo el mundo sale bien parado, pero de las que también no todo el mundo es capaz de tomar y llevar a cabo sin un instinto especial de supervivencia. Una fórmula artístico-empresarial que probablemente haya contribuido, y mucho, a la longevidad de un grupo, un estilo y, quizás, un género, hablando sólo del ámbito musical.

Medina Azahara ha sido y es el grupo de música popular más grande de todos los tiempos en Córdoba, dejando a parte consideraciones especialistas, modas y gustos. Manuel Martínez ha llevado sus riendas durante todo este tiempo, tirando de un carro y sorteando todo tipo de escollos. El resultado que se ve son decenas de discos, ventas millonarias y cuadrantes llenos de cruces en el calendario para seguir en la brecha. Recientemente, y tras más de veinte años, Martínez presenta su segundo disco fuera de la órbita de Medina, su eterno santuario. Las hojas de otoño es el título de esta segunda página individual, después de aquel En cuerpo y alma de 1998.

LA PRODUCCIÓN DE IBÁÑEZ // Ha sido producido por Manuel Ibáñez, teclista de Medina Azahara y hombre de confianza de Martínez, con el que ha recorrido los éxitos de la práctica totalidad de su vida musical. Ahora, Manuel Martínez se encuentra simultaneando la gira de presentación por toda España con las fechas de invierno de una indiscutible titularidad en Medina Azahara. En los comienzos, tras la conversión de Retorno (primer nombre de la banda) a Medina Azahara, la estela de los pioneros Triana se cernía sobre ellos. No hay quien iguale a Jesús, Eduardo y Tele que, incluso hoy en día, encabezan el olimpo de aquel puro movimiento que se llamó rock andaluz. Un género que aún pervive, protagonizando en la actualidad una merecida revitalización con la savia nueva de numerosos grupos que se sienten identificados muchas décadas después.

Fue entonces cuando Martínez hizo una de esas maniobras ajedrecistas, no exentas de riesgo, que hizo que Medina Azahara cobrara fuerza y entidad. Por una parte, la entrada del guitarrista Paco Ventura desde las filas del grupo Ago, del entonces llamado rock duro, que sumó al rock andaluz de Medina el empuje que les distinguiría desde entonces, ocupando su propio sitio en la historia reciente musical de este país. Esa jugada maestra, junto a la oportuna simbiosis con Avispa Records y la aventura valiente de la taquilla desde Tarifa a Irún cuando las vacas flacas asomaban son el tipo de decisiones que toma un capitán de barco, un líder.

Desde Posadas, la infancia y adolescencia de Manuel Martínez transcurrieron entre Teruel, La Granjuela y Peñarroya, antes de instalarse en Córdoba. Siempre ha querido mantenerse fiel a sus principios. Desde 1979 que surge Medina Azahara, hizo caso omiso a distintos consejos como el de impostar su voz y abandonar el acento andaluz, probablemente para conquistar otras fronteras, a lo que Manuel se negó en rotundo.

Por otra parte, sus textos siempre rondan ideas imperecederas y a veces quiméricas como la libertad, la esperanza o la tolerancia y la paz. En el 2015 presentó sus memorias en un libro titulado Confesiones de un roquero andaluz, y en todo este tiempo ha atesorado numerosos reconocimientos. En Hojas de otoño, Manuel Martínez da rienda suelta a la energía que derrocha con un nuevo disco personal, tan introspectivo como desgarrador en sus textos, según él mismo aduce, y musicalmente fiel a unos orígenes irrenunciables. Una nueva entrega de una vida entregada, en la que estará acompañado por dos de sus compañeros de Medina Azahara -Manuel Ibáñez (teclados) y Nacho Santiago (batería)-, además de Alvaro Coronado al bajo y Adrián Fénix a la guitarra.

CÓRDOBA

TEATRO GÓNGORA

SÁBADO 1

20.30 HORAS