POZOBLANCO

TEATRO EL SILO

VIERNES 11

22.00 HORAS

Aquella rockera gallega de habla pausada, cuya camaleónica belleza interpretativa irradia fuerza y ternura a la vez, vuelve a pasar cerca con la gira de su último disco, Que corra el aire, brindándonos la oportunidad de comprobar que la sinceridad hecha canciones tiene un gran angular que abarca tiempo y espacio. Luz Casal es una de las más grandes cantantes españolas. A lo largo de su carrera, se ha movido en una elástica banda con una impresionante solvencia ganada a pulso, y no sin serios escollos que sortear en sus ya más de tres décadas de singladura por los cauces de un mercado tan extraño y fluctuante como el español. Con más de una veintena de discos, Luz se coloca en el grupo de cabeza en ventas y éxitos, habiendo conquistado también la escena francesa y la hispanoamericana.

Ya se empezaba a atisbar una cierta versatilidad en su primer disco, allá por 1982, con Eres tú, una canción aparentemente «isla» en un tornado lleno de rock. En 1985 publicó Luz III, en el que colaboraban, entre otros, Antonio Vega, John Parsons, Santiago Auserón y Carmen Santonja. Rufino y Hechizado trajeron un éxito popular que se ampliaría con Quiéreme aunque te duela, editado en 1987. Después llegaron Loca, Te dejé marchar y No me importa nada, con una repercusión de tal calibre que nadie dudaba ya de que Luz era la solista española por excelencia. Fue entonces cuando se atrevió a aceptar la proposición de Pedro Almodóvar, que le ofreció interpretar dos canciones en su nueva película, Tacones lejanos. Se trataba de un bolero de Agustín Lara, Piensa en mí, y de la adaptación de una canción de Mina, Un año de amor. Aquellos temas supusieron un punto de inflexión en la carrera de Luz.

El séptimo disco se haría esperar cuatro años y se materializaría en 1995 bajo el título Como la flor prometida. Una hermosa canción que sirvió a Luz de bálsamo ante la muerte de su padre, Entre mis recuerdos, prologaba un nuevo éxito. Un recopilatorio que resultó «multiplatino» en ventas calmaría la expectación que provocó la ausencia musical de Luz durante los cinco años que tardó en publicar Un mar de confianza (2000). El éxito en Francia se corroboró con un lleno absoluto en el concierto que Luz ofreció en el mítico teatro Olympia de París.

Cuando en el 2007 un cáncer de mama interrumpió la gira de Sencilla alegría, Luz, empujada por la fuerza que la caracteriza, combinó el tratamiento con la preparación de un nuevo disco. Apenas nueve meses después reaparecía con Vida tóxica, toda una declaración de intenciones.

En el 2011, y tras superar de nuevo el zarpazo del cáncer, Luz comenzó una gira internacional que la llevó de nuevo por escenarios de medio mundo, desde Pekín hasta Montreal. Los últimos años han supuesto una vertiginosa sucesión de reconocimientos, entre ellos el Grammy Latino honorífico y la Medalla de las Artes de Francia.

Así, la hija única de José y Matilde, del pequeño municipio de Boimorto (La Coruña) es, desde hace ya tiempo, una de las solistas más valoradas de la música popular de este país, dentro y fuera de él, con más de cinco millones de discos vendidos y una imagen de honestidad fraguada a base de ese «antidivismo» que le caracteriza y le distingue.