Los hay tenaces e incansables. Son artistas que no tienen tiempo, o que para ellos es realmente lo de menos, siempre que haya posibilidad de seguir apurando una veta que, como en este caso, parece un filón inagotable de ideas y, sobre todo, de la maestría que da el tesoro de una experiencia llena de sensibilidad y kilómetros. Es el caso de José María Guzmán, cantante y compositor que, de forma inevitable, nos traslada a muchos hacia la nostalgia de tiempos pasados, y por tanto, puede que mejores para algunos.

Muchos recordamos aquel puñado de canciones de transición, aquellas cuyos títulos siempre le solicitarán, escenario tras escenario, aquellas inmortales notas que quedan en el aire para siempre. Señora Azul, o Por las calles del viejo París, o Sólo pienso en ti, son algunos de estos himnos clavados a fuego en el corazón de una generación muy especial a la que pertenece Guzmán. Madrileño, parece cumplir años cada cuatro, no sólo por haber nacido un 29 de febrero, sino por su profusa actividad. Su primer instrumento fue el violonchelo, aun muy joven, pero, como a muchos otros «embriones» de artistas, la aparición de The Beatles le decanta hacia derroteros musicales más populares. Pronto da muestras de su versatilidad al tocar con soltura varios instrumentos y cantar, por lo que es requerido para directos y grabaciones de estudio, labores que más tarde ampliaría con las de productor, actor, autor de anuncios publicitarios o colaborador en bandas sonoras.

Uno de los puntos de inflexión en la vida profesional de Guzmán llega en 1971 al conocer a Rodrigo. Ambos planearon realizar un grupo con Juan Robles Cánovas (de Franklin) y Adolfo Rodríguez (de Los Íberos), no sin antes pasar por su primer intento y grupo, llamado Solera, que terminaría siendo Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán (CRAG), formación con la que graban sus principales éxitos. Aun así, la falta de éxito inicial y los servicios militares dan al traste con el grupo antes de lo que se esperaba.

EL GRUPO CADILLAC // En 1978 se intentó reactivar el proyecto CRAG, incluso parece ser que el sello RCA estaba interesado en ello, pero lo cierto es que no pudo llevarse a cabo a pesar de que estaban ensayando y grabando maquetas. Al año siguiente, Guzmán sería parte de la última formación de Módulos (antes de su separación), pero ya estaba pensando en su próximo proyecto.

En 1980 Guzmán comprueba que el pop de siempre comienza de nuevo a ser apreciado, y está convencido de poder ofrecer un producto de calidad formando el grupo Cadillac, con él a la guitarra, Eduardo Ramírez al bajo, Pedro Agustín Sánchez a los teclados y Javier de Juan a la batería.

Todos excelentes instrumenstistas de dilatada experiencia, obteniendo un claro éxito con su disco de debut, y prolongando su trayectoria en lo que supone la primera vez que un proyecto de Guzmán llegaba a un segundo álbum con éxito, e incluso llegan a representar a España en Eurovisión.

Ya disueltos Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán y Cadillac, en 1987, y tras varios intentos de reflote con relativo éxito, es ya en 1998 cuando se considera que la carrera de José María Guzmán vuelve a brillar con Guzmán & Cía, al volver a grabar antiguos temas con nuevos arreglos e introduciendo otros de nueva composición con gran acierto y varios discos ya editados.

LA COMPAÑÍA // En cuanto a Cía, es habitual en sus últimos conciertos que José María Guzmán se acompañe de músicos cordobeses. La amistad desde hace años con Carlos Carrión, integrante del grupo local Pop Supuesto, propició dar forma a la idea de colaborar en el escenario hace unos tres años.

Además de la voz de Guzmán y la guitarra, teclados y percusión de Carrión, el nutrido grupo se completa con la guitarra de José Villalba, la batería de Manuel Luque, Mª Jesús Santiago en el piano, Mª Carmen Córdoba a cargo de los coros y la dirección musical y arreglos de Manuel Ferrandis. Todos ellos nos transportarán al presente de un intérprete grande e intemporal.

CÓRDOBA

GOLDEN CLUB

SÁBADO 25

22.30 HORAS