Tanto Ramírez y las Casas-Deza como Pascual Madoz hablan de la existencia al noroeste de la aldea de un baño antiguo de argamasa, cuyas aguas son muy útiles para la curación de las enfermedades cutáneas. Podría pensarse que ambos autores se refirieran a la Fuente de la Salud, de época romana, pero ésta se localiza más bien al suroeste y está construida con grandes sillares, en lugar de con mortero.

En concreto, la fuente de la Salud se sitúa un kilómetro bajo el pueblo, en un olivar dispuesto en una pequeña ladera junto al arroyo del Letrado. Se trata de una fuente de origen romano, cuya cronología se sitúa entre el siglo I a.C. y el II d.C., por lo que constituye un testimonio de arquitectura hispanorromana temprana de gran valor en el marco de la provincia de Córdoba. Actualmente, en la fuente sigue manando agua, tal como viene ocurriendo desde hace dos mil años.

Esta fuente permaneció enterrada hasta finales del siglo XVIII o principios del XIX, cuando, al parecer, el agricultor de la propiedad, haciendo sus labores, la descubrió y desenterró. Se publicó entonces alguna información sobre el hallazgo por parte de un autor local, sin mayor trascendencia. Debido a su ubicación, su existencia era desconocida por el Servicio Municipal de Arqueología hasta que en 1994, Rafael Carmona Ávila, arqueólogo municipal de Priego de Córdoba, llevó a cabo nuevas prospecciones y se realizaron medidas de protección y restauración, catalogándose como monumento de interés arqueológico. Consiste en un estanque rectangular, a modo de pequeño aljibe, construido con sillería de gran tamaño, colocada a seco en origen, con muestras de almohadillado irregular.