Desde el cortijo de Vichira, por un camino que finaliza en una cantera y atraviesa la dehesa del mismo nombre, llegaremos a una profunda garganta por donde se puede ascender hasta el Jardín del Moro, buscando las curvas de nivel por la parte izquierda del barranco sin hacer un ataque demasiado directo. Se trata de una subida extraordinariamente dura, nada recomendable por lo abrupto del terreno, que la hace especialmente peligrosa. En las zonas donde la roca no aflora, un espeso manto de aulagas se encargará de desanimarnos.

Más cómodo puede resultar contemplar los restos del aljibe en la lejanía, desde el tramo de sendero que une el puerto del Cerezo con el Paso de las Chozas; o ver los restos de las murallas de Tiñosa, con ayuda de unos prismáticos, desde el GR-7, en el tramo que discurre entre las dehesas de Peña Lisa y Vichira, concretamente a la altura del conocido como cortijo de la Dehesa de Vichira, instalación ganadera que no debemos confundir con el cortijo de Vichira, del que hablamos la semana pasada.

Antes, habremos pasado por la fuente de los Torneros, cerca del cortijo del Soto Bajo, que consiste en un frontón triangular con un caño metálico que vierte en un pilar bajo de planta cuadrada. Existe una captación de parte del caudal para el abastecimiento del cortijo del Chaparral y también hay un cartel informativo del Parque Natural sobre las vías pecuarias, ya que estamos en un punto estratégico donde confluyen varios caminos ganaderos: la colada de la fuente de Carcabuey a la fuente del Chaparral o de los Torneros, la colada de la fuente del Chaparral o de los Torneros a Zambra y el cordel de Rute a sierra Horconera.