Cuando hablamos de naturaleza, parece que solo nos referimos a grandes bosques y ríos, árboles gigantescos o grandes mamíferos. Pero existe naturaleza en todas partes: en los márgenes de los caminos, en solares abandonados o en los parques de la ciudad. Un buen número de plantas indisciplinadas, furtivas y oportunistas, colonizan la tierra de nadie, fronteriza, sin cultivar ni urbanizar, lugares que, sin embargo, pueden llegar a convertirse en auténticos refugios de biodiversidad.

El cerro donde están las ruinas de Rute El Viejo es un ejemplo de esos espacios de vida abiertos, dejados al libre desarrollo de las especies que en él se instalan. La presencia de viejas ruinas ha salvado del asedio de los olivos un pequeño reducto rocoso, abriendo una oportunidad para la colonización de especies como chaparros, lentiscos, retamas, gordolobos, higueruelas, esparragueras, hinojos y marrubios, junto a higueras y almendros, cubren los acúmulos de piedras procedentes de desmoronadas paredes; pero lo que más llama la atención son las enormes cornicabras que han conseguido hundir sus raíces entre las piedras de los muros y torres que aún se mantienen en pie, abriendo profundas grietas de donde extraen los suficientes nutrientes para mostrarse fuertes y lozanas, encampanadas en lo alto de las torres a modo de improvisados y espontáneos floreros.

Un examen más detenido de los muros nos permitirá advertir la amplia presencia de una planta más pequeña y delicada, Campanula velutina, bellísimo endemismo del sur de España, noroeste de África y Creta. Se trata de una planta rupícola - que enraiza en grietas de montañas y en peñascos calizos- con toda su parte vegetativa cubierta de apretado vello grisáceo, lo que le da un aspecto aterciopelado y tierno. Como en casi todas las especies de campanillas, las hojas basales son algo diferentes de las que ascienden por el tallo. Las flores son pocas, pero muy llamativas, tienen corolas grandes de color azul, garganta clara y forma acampanada.

Después de visitar las ruinas de Rute el Viejo, en lugar de regresar a Rute por donde vinimos, es decir, por la vereda de Fuente Alta, podemos continuar en la misma dirección, pero en sentido contrario, hasta salir a la carretera A-3226. Parece ser que este camino es una antigua vía de comunicación, conocida como camino de Carcabuey a Iznájar y Granada, que, después de dar un amplio giro, se dirige hacia la mencionada carretera, que coincide con una importante vía pecuaria, el cordel de Priego. El paraje que atraviesa es conocido -o al menos así aparece en los mapas- como Fuente Blanquilla, en alusión a un manantial situado en un talud que se encuentra en el olivar que franquea el camino. Antes atravesaremos un manchón de vegetación natural que muestra gran diversidad florística. Abunda la jara blanca, el matagallo, la bolina (Genista umbellata), la hiniesta (Genista cinérea), el lentisco, la cornicabra, la retama… y tres especies del género Rhamnus: el aladierno (Rhamnus alaternus), el espino negro o cambrón (Rhamnus lycioides) y la carrasquilla (Rhamnus myrtifolius). Disfrutaremos de hermosas vistas de los Tajos de la Palomina - espectaculares cortados rocosos de la vertiente septentrional de la sierra de Rute, donde anidan los buitres leonados- llegando finalmente a la carretera A-3226. Justo donde desemboca el camino en la carretera veremos un pequeño manantial, la fuente La Teja, rezume captado mediante un muro de contención en el que se inserta la teja que permite brotar del agua.

Tomamos la carretera hacia el oeste, en dirección a Rute y a unos 500 metros la abandonamos para continuar por un camino que surge a la izquierda y prosigue en paralelo a la misma. Se trata del cordel de Priego, vía pecuaria que en este punto se aparta del asfalto durante otros 500 metros. En este tramo del cordel se localiza una cantera abandonada, a la que podemos llegar por un desvío que asciende rodeado de retamas. Hay que tener cuidado porque suele haber paneles de abejas. El camino vuelve a conectar con la carretera, pero solo hay que atravesarla porque la vía pecuaria continúa al otro lado, dejando a la derecha un cerro de 736 metros de altitud, y a la izquierda -la loma donde se asienta Rute El Viejo, que desde esta perspectiva ofrece una imagen diferente, encaramado en lo alto del roquedo, lo que le confería un carácter inexpugnable.

El camino sirve de acceso a un par de cortijos. En el de la izquierda se ubica Fuente Corona, manantial de un solo caño lateral. Rebasados los cortijos, el camino se convierte en sendero y tras un par de curvas se aproxima a la carretera A-3227, en dirección Zambra y Lucena. Antes de llegar a la carretera se desvía enfilando hacia Rute y la vía pecuaria se convierte en un camino de mayor entidad que se ensancha conforme nos acercamos al pueblo para finalmente cubrirse de asfalto y rodearse de almacenes y naves industriales.