Desde la carretera A-339, a unos cuatro kilómetros de Priego en dirección a Alcalá la Real, parte a la derecha la carretera CO-8207, que se dirige a la aldea de El Castellar. Al principio discurre paralela al arroyo de los Chirimeros, rodeado de frondoso sotobosque, pero al poco comienzan a aparecer casas a un lado y otro de la carretera, conformando un peculiar y alargado núcleo de población que se denomina Los Chirimeros, y que se prolonga, sin solución de continuidad, con la pequeña aldea de El Castellar. Merece la pena acercarse a conocer la diseminada arquitectura popular de esta aldea, cuyo núcleo principal se reúne en torno al manantial que surte de líquido elemento a sus 94 habitantes, y antiguamente también servía como abrevadero de ganado.

La aldea está enclavada en un lugar muy sugerente, en las faldas de la sierra de Albayate, uno de los complejos serranos de mayor interés medioambiental de toda la provincia, al que dedicaremos especial atención. Según se puede leer en Cordobapedia, el nombre Castellar derivaría de un castella (pequeño recinto amurallado de época tardorromana) ubicado en el conocido como Cortijillo en el cerro situado frente a la plaza de la iglesia. No se tienen noticias del mismo durante la dominación árabe, pero tras la conquista definitiva de Madinat Baguh (Priego de Córdoba) por las tropas de Alfonso XI en 1341, se tiene constancia del uso cinegético de la sierra de Albayate, y así aparece en el libro de la Montería de este monarca, escrito a mediados del siglo XIV, donde se nos dice que «el monte del Castellar de la sierra del Vellate es bueno de puerco en yuierno...», convirtiéndose esta referencia en la alusión más antigua que conocemos del topónimo Castellar y, por ende, de la sierra que le abriga. En todo caso, tras la desamortización del siglo XIX se produjo la roturación masiva de la zona, constituyéndose una estructura dual en cuanto a la propiedad de la tierra. De una parte, los grandes cortijos pertenecientes a terratenientes de Priego y, de otra, las pequeñas parcelas que adquirieron los lugareños y que les hicieron asentarse allí.

LA ERMITA

Pero nuestro interés se centra más bien en una ermita cercana a esta aldea, que recibe la denominación de San Miguel de El Castellar. Integrada dentro de un espectacular paisaje, muestra al visitante la sencillez y el encanto de la arquitectura popular adaptada a creación de un espacio sagrado. Desde su construcción y hasta los años 50 del siglo XX, esta ermita estuvo atendida por sucesivos ermitaños y sus familias, que vivían de las limosnas de los fieles, de la cría de ganado y de los frutos obtenidos de los terrenos circundantes; y cada año, el día 29 de septiembre, se celebra allí la festividad de San Miguel, en la que participan todos los vecinos del lugar en una animada romería.

La ermita es una pequeña construcción del siglo XVIII reformada, a la que se accede por un rústico portalón abierto, en el que aún se conservan unos viejos poyetes para el descanso de los peregrinos el día del santo. A través de una pequeña puerta se accede a la cámara de la iglesia, de planta cuadrangular y, en la parte frontal de la misma, se abre un pequeño nicho que presentaba la imagen en escayola seriada de San Miguel Arcángel, que fue sustraída y posteriormente repuesta por otra similar. El techo, originariamente, estaba solucionado como una rústica cúpula sobre pechinas, también hoy desaparecida por derrumbamiento en los años 60. En el exterior del recinto remata el tejado una sencilla espadaña con campana.

En su puerta, merced a la investigación de Antonio Jesús González y Manuel Peláez del Rosal, existe una placa con una leyenda que cuenta su historia y los personajes que han contribuido a ella. En 1966 se restauró la iglesia bajo la dirección de Nicolás Calmaestra y José María González, siendo vicario del Arciprestazgo de Priego el reverendo Rafael Madueño Canales. En 1995, el escultor Niceto Mateo hizo una nueva imagen de San Miguel para sustituir a la antigua que había sido robada. Por iniciativa de un grupo de hermanos de la cofradía, «se acordó dejar constancia en este año de gracia de 2005».