Una de las rutas más utilizadas para subir a la Tiñosa es la que discurre por del valle del arroyo de Cañatienda hasta puerto Mahina, de aquí al Morrión y, finalmente, a la emblemática cumbre. Cañatienda se integra en el paraje Las buitreras de las Lagunillas, incluido en el Inventario Andaluz de Georrecursos, y acoge un encinar adehesado muy interesante, que en el libro de árboles y arboledas singulares de Priego de Córdoba se le denomina Dehesa del Cortijo Alto de Torres, ya que se extiende al este de dicho cortijo hasta la falda de la Tiñosa. Esta zona adehesada cuenta con numerosas especies arbustivas y encinas y quejigos de considerable dimensión y edad, encontrándose algunos de los ejemplares más espectaculares de la provincia de Córdoba.

Resulta un paseo muy interesante ascender hasta puerto Mahina a través del valle de Cañatienda, partiendo desde la aldea de Las Lagunillas. Para ello debemos dirigirnos hacia el noroeste por la calle Toledo. Durante unos 300 metros, vamos a caminar entre viviendas de nueva construcción fruto de la expansión de esta pedanía. Al finalizar las viviendas hay un cruce de caminos. Debemos tomar el que sigue de frente en dirección al boquete que ha labrado el arroyo Cañatienda a su salida de la sierra. Tras rodear un cercado que protege un incipiente olivar, penetraremos en el estrecho valle.

Este primer tramo es un recorrido bastante agradable, a la sombra de enormes encinas y quejigos que componen un denso bosque, en el que también encontramos numerosas especies del matorral mediterráneo. Llama la atención la cantidad de encinas y quejigos que se encuentran secos sobre el arroyo. Y es que la fuerza erosiva del agua ha socavado la tierra bajo sus pies, de tal modo que acaban cayendo y muriendo sobre el cauce.

En el arroyo de Cañatienda, al abrigo del tajo rocoso, se ha localizado un asentamiento de la Prehistoria reciente, con hallazgos de fragmentos de cerámica a mano, e industria lítica en sílex y piedra pulida. También se han encontrado fragmentos de cerámica romana (común y tegulae) y vidriada. No es de extrañar estos descubrimientos, ya que en el cercano cortijo Alto de Torres se localizaba un poblado romano, hábitat que parece estar relacionado con una economía ganadera, al estar lejos de las zonas de cultivo, pero inmediato a prados aptos para el pastoreo.

Llegaremos a una zona donde el valle se abre. Si giramos hacia el noroeste y remontamos una loma que queda a nuestra izquierda y hacia atrás, llegaremos a la encina del Tejón, árbol singular, catalogado por la Diputación de Córdoba y la Junta.

Esta encina centenaria ha sido inventariada como singular por su gran perímetro de tronco y también por su peculiar aspecto. El tronco es rectilíneo y muy corto y, aparte de estar hueco, presenta como característica peculiar un gran muñón alargado y algo curvo de una antigua rama. Este aspecto morfológico le confiere identidad propia y le hace muy diferente del resto de encinas singulares inventariadas. Después de visitar tan vetusto ejemplar arbóreo, descendemos de nuevo hasta el arroyo de Cañatienda para continuar por el sendero que asciende por su margen izquierda. En la ladera de fuerte pendiente que se dispone a nuestra izquierda se localiza el Reventón de Loma Seha, nacimiento de agua que sólo podremos observar en épocas lluviosas, ya que se trata de un manantial en trop plein o reventón. Este tipo de manantiales sólo funcionan cuando el acuífero está demasiado lleno y rebosa en forma de vertido por los niveles superiores a través de un conducto rocoso ya formado, así que sólo puede verse cuando van recogidos en torno a los 800 milímetros de precipitación y cuando las lluvias son muy continuadas e intensas. Se compone de dos surgencias a distinta cota, separadas unos cuatro metros. La inferior comienza a manar antes, mientras que la superior necesita más cantidad.