Las calizas de las Sierras Subbéticas se formaron a partir de fangos carbonatados, resultado de la acumulación de caparazones y esqueletos marinos en el fondo del mar. Los sedimentos comenzaron a ser comprimidos, deformados, fracturados y apilados en unidades tectónicas hasta emerger, en un lento proceso que comenzó hace 25 millones de años y continúa en la actualidad. El agua, la nieve y el viento terminaron de modelar el paisaje. Todos estos cambios quedan grabados en las rocas, que se convierten así en un diario de la historia de la tierra.

Las rocas del Parque Natural de las sierras Subbéticas albergan una extraordinaria riqueza paleontológica, especialmente de un grupo de fósiles muy interesante, los ammonites. Este grupo de moluscos marinos ya extinguidos, parientes de los actuales cefalópodos (pulpos, calamares, sepias, etc...), son de un gran interés paleontológico. Fueron especies de una amplia distribución geográfica en los mares de todo el planeta durante el Jurásico y Cretácico y, a su vez, evolucionaron en el tiempo muy rápidamente, dando como resultado una ingente cantidad de especies, de formas similares en conjunto aunque diferentes en detalle. Son por ello excelentes datadores del tiempo geológico (cada especie, o asociación de especies, representa un intervalo de tiempo geológico determinado) y muy buenos indicadores paleogeográficos y paleoambientales. El Parque Natural es reconocido a nivel mundial como una de las zonas más interesantes para el estudio de la evolución de este grupo de fósiles y, con ello, de la propia evolución de la Cordillera Bética.

Existen secuencias geológicas de máximo interés como la situada en el paraje de La Cañada del Hornillo, al oeste de Carcabuey, hacia la que hoy dirigimos nuestros pasos. Desde Carcabuey hay que tomar la carretera de Rute (A-3226), y luego hacia el poblado de Algar por la carretera CO-7212. Entre el kilómetro 1 y 2 surge a la derecha una pista, el camino de Cañada Hornillo, que en realidad es una carretera sin asfaltar (CP-171), de 2,6 kilómetros, dependiente de la Diputación de Córdoba, que conduce al cortijo del mismo nombre.

A lo largo del primer kilómetro, este camino atraviesa la serie jurásica de la que hablamos, con una superficie reconocida de 34.66 hectáreas, que se extiende a ambos lados del mismo, desde el arroyo de la Sirijuela, que queda a la derecha, hasta unas decenas de metros en la ladera de nuestra izquierda. Se trata de una serie jurásica bien expuesta en la mayoría de sus pisos, que pertenece al Subbético Externo-Medio. La serie se integra en el ?anco oriental de una estructura anticlinal. En este ?anco, de geometría tabular, se localizan materiales que van desde las calizas y dolomías del Lías inferior, todos los términos calizos y margocalizados del Dogger y Malm y el Cretácico inferior. Los materiales más significativos de este sector son las calizas nodulosas con abundantes ammonites, correspondientes al Aaleniense (Dogger inferior).

En las planchas rocosas que se disponen entre los olivos -que corresponden al techo de las capas de calizas nodulosas rojizas, cuyo origen fueron los medios sedimentarios marinos de plataforma- se puede reconocer abundante fauna de ammonites de una preservación y densidad excepcionales, y con algunos ejemplares de más de 50 centímetros de diámetro. Podemos fotografiarlos pero no debemos intentar arrancarlos del lugar donde quedaron depositados hace 175 millones de años. Recordemos que se trata de un yacimiento paleontológico de excepcional importancia, incluido en el Inventario Andaluz de Georrecursos y reconocido a nivel mundial como uno de los más interesantes para el estudio de la evolución de los ammonites y, con ello, de la propia evolución geológica de la Cordillera Bética.