Escuché a algún montañero decir que «Tiñosa es la más alta, pero Bermejo es más elegante», refiriéndose a las dos montañas más elevadas de la provincia de Córdoba. Y es que el soberbio pico Bermejo es una de las cimas más bellas de las Sierras Béticas, a pesar de su modesta cota de media montaña, de tan sólo 1475 metros de altitud. Además del aliciente de recorrer una zona tan agreste y de perfil alpino -con sus imponentes paredes verticales, sus desfiladeros y sus escarpadas formaciones de rocas-, se puede disfrutar de unas panorámicas muy extensas, porque su privilegiada posición geográfica la convierte en inigualable atalaya desde donde podemos ver gran parte de Andalucía.

Pero hay que advertir de la dificultad del ascenso a partir de que abandonemos el puerto del Cerezo para acometer la subida, que es bastante exigente por el escarpado terreno en el que se desenvuelve la mayor parte de la misma, caminando sin sendero o a lo sumo por escuetas veredas de cabras, pedregales de lapiaz y matorral espinos. Aunque eso sí, casi todo el periplo por la parte más incómoda del recorrido está jalonada de hitos de piedras para facilitar la orientación.

La ruta más utilizada para ascender a Bermejo parte desde el puerto del Cerezo, tomando dirección noroeste, y, tras una corta trepada, llegar al extremo sur de la cuerda de la sierra; se continúa cresteando en dirección norte hasta alcanzar un soberbio promontorio rocoso con forma de yelmo denominado El Peñón Hendido. Mientras la cima del Bermejo se oculta misteriosa dejándose apenas ver salvo cuando ya se está próxima a ella, este peñón se exhibe sin recato, por lo que constituye una magnífica referencia. Llegados a él se debe destrepar unos cuantos metros hasta alcanzar su base, haciéndolo por la vertiente septentrional ya que la meridional es un auténtico despeñadero. Rodeándola se ve al frente, siempre en dirección norte, el blanco monolito del vértice geodésico que corona la cima, que se alcanza en quince o veinte minutos tras seguir por un senderillo de cabras que en sentido oblicuo nos encarama de nuevo a lo alto de la cuerda y, variando finalmente el rumbo hacia el oeste, finalmente se pueden posar los pies sobre la cumbre.

‘LA CUMBRE BONITA’ // Protegido por una caja resguardada en una oquedad se encuentra un cuaderno donde los montañeros que se encaraman hasta la cumbre bonita -como también se la conoce- apuntan sus impresiones a modo de diario de este singular pico. Pero hay una traba que no debemos ni podemos obviar. Como hemos comentado en anteriores ocasiones, el pico Bermejo, al igual que todo el Macizo de la Horconera, está catalogado como Área de Especial Interés y Zona de Protección Grado A por encima de los 1100 metros, y por tanto de acceso restringido, siendo necesaria la autorización de la Consejería de Medio Ambiente para visitar la zona.

El motivo no es otro que la protección y conservación de un enclave muy frágil, escenario vital de aves muy escasas y amenazadas, como el águila real, el águila perdicera o el halcón peregrino; o de otras no tan escasas pero igualmente protegidas, como el buitre leonado. Como ocurre con el resto del macizo su interés botánico es excepcional, compartiendo especies raras o escasas con las otras dos cumbres que completan el triunvirato de la Horconera. Voy a citar dos plantas que encuentran aquí su principal refugio dentro del contexto de las subbéticas. Una de ellas es una madreselva, Lonicera splendida, planta muy rara y localizada, que crece en los roquedos escalonados calizos y umbríos de Bermejo. La otra es uno de los pocos endemismos exclusivos de la provincia de Córdoba. Bajando del pico Bermejo por el canalizo de Peñalisa, destacando su color rosado entre la piedra caliza, se puede ver Armenia trianoi, planta incluida en la Lista Roja de la Flora Vascular de Andalucía,