El Genilla es un río hondo, escarpado barranco que se precipita entre molinas abandonadas y se remansa entre huertas de frutales y alamedas. Surge de la unión de los arroyos de Jaula y de Gámiz, que recogen las aguas que escurren desde los espectaculares paredones calizos de la Sierra Horconera. En su primer tramo, a pesar del buen estado de sus aguas, no presenta ningún pez, debido a la presencia de barreras naturales y artificiales que impiden su ascenso. Se trata de grandes saltos de agua y muros construidos para desviar el agua a acequias de riego, como la presa de Jaula, de la que hablamos la semana pasada. Aguas abajo de estas barreras, una vez pasado el puente de la Media Legua, y hasta 50 metros después del paraje de la Tomasa, el arroyo continúa limpio, aunque sin presentar especie piscícola alguna.

Desde aquí y hasta su desembocadura en el río Zagrilla, aparecen barbos, cachos y, a veces, colmillejas, que van reduciendo sus poblaciones gradualmente por causa de los residuos de multitud de segundas residencias instaladas a la orilla del río en su tramo final. El río Genilla se rodea de una abundante vegetación de ribera, compuesta fundamentalmente de álamos, fresnos y olmos, por cuyos troncos trepan las hiedras, y entre los que se intercalan zarzales, higueras y cañas. El taraje, por el contrario, es escaso, denotando la poca salobridad de sus aguas. En el soto del Genilla cantan incansables los ruiseñores, las oropéndolas y las currucas capirotadas; y sus riberas son frecuentadas por turones y comadrejas, o por el raro musgaño de Cabrera.

Pero lo que más llama la atención de este curso de agua es el impresionante barranco que han excavado sus aguas al cabo de miles de años de erosión constante, y que desde hace poco tiempo hace las delicias de los aficionados al barranquismo. Pocos son los ríos de nuestra provincia que ofrecen la posibilidad de la práctica de este deporte de aventura, lo que incrementa su interés como paraje único y excepcional.

Este cañón tiene un recorrido total de 540 metros y un desnivel de - 50 metros, y atraviesa los conocidos parajes de La Tomasa y La Nevera. Aun siendo un barranco de baja dificultad técnica con un caudal estable, es preciso conocer la zona para realizar un descenso seguro. Como la mayoría de actividades de ocio que se practican al aire libre, el descenso de cañones requiere una vigilancia constante de la seguridad, pero con guías y monitores adecuados, el barranco de Genilla es un gran escenario para disfrutar del deporte en plena naturaleza. En cualquier caso, cabe la posibilidad de recorrer parte del cañón sin necesidad de hacer rápeles, buscando senderos alternativos que permitan salvar los principales desniveles, aunque un buen tramo del recorrido lo tendremos que hacer dentro del cauce, metidos en el agua, por lo que la mejor época para visitarlo es al principio del verano.

Para acceder al barranco del Genilla desde el sur, la mejor opción es partir de la presa de Jaula. Avanzando por dentro del arroyo, poco después de que se una por la derecha el arroyo de Gámiz y un poco antes de rebasar el puente de la Media Luna, en la carretera A-339, llegaremos hasta el primer salto, de siete metros, donde ya serán necesarias técnicas de escalada para continuar. En la base de datos del Patrimonio Inmueble de Andalucía se incluye la mina del puente de la Media Legua, de la que se dice es una construcción de origen medieval que consiste en una acequia subterránea de 0,7 metros de anchura y un desarrollo de 200 metros, y que presenta varios aliviaderos y una cámara rectangular. La conducción toma el agua del río Genilla, a unos 50 metros del puente de la Media Legua, río arriba, por su margen derecha, aprovechando esta pequeña presa que hace derivar parte de ella hacia su interior. La conducción subterránea corre paralela al río, dentro de la pared rocosa, y se trata en realidad de un Qanat árabe.