Paco R. Baños dirige a Natalia de Molina en 522. Un gato, un chino y mi padre, una cinta protagonizada por George, una mujer portuguesa enferma de agorafobia que convive con su gato sin poder salir más allá de un perímetro de 522 pasos de su apartamento. Sus interacciones sociales se limitan a su vecino amante (Manolo Solo) y al dependiente de una tienda oriental (Alberto Jo Lee). La aventura para George comienza cuando su gato muere, y en su deseo de darle sepultura en un lugar especial, decide emprender un viaje a Portugal, su tierra natal, un trayecto en camioneta que le obligará a enfrentarse a su pasado. «Me pareció una historia muy bonita, entrañable y profunda, dentro de ese tono naif y ese universo de realismo mágico», señala Natalia de Molina, a quien le atrajo el hecho de ponerse en la cabeza de «una mujer con tantas taras». La película llega a la cartelera a la vez que Spider-Man: Lejos de casa, pero la actriz confía en el target de su película.