Imelda May, que ha hecho coincidir un giro dado a su vida con un golpe de timón de su propia música, encandiló anoche en el Teatro de la Axerquía con temas de su quinto y último disco, donde da cabida al swing, jazz y blues y a una evolución en su trayectoria. Eso sí, la dublinesa (por la que hasta Bob Dylan ha mostrado su admiración) no renunció a sus raíces con esa personalísima forma de reinterpretar el rockabilly que la encumbró.