Los vecinos de Montoro han vivido durante los días 23 y 24 una de sus fiestas más características, reviviendo su infancia en torno a San Bartolomé, patrón de la localidad desde hace justo 870 años.

Todo gira en torno al protector de la ciudad, que simboliza el bien, y La Diablilla, el ser maligno. La leyenda recoge que el diablo se escapó desde la torre de la iglesia de San Bartolomé y estuvo 24 horas deambulando por la localidad, tratando de convencer a los vecinos para que hicieran el mal, pero finalmente San Bartolomé la capturó y le pisó el cuello hasta acabar con esta especie maligna. Este momento se recrea cada año a la entrada de la iglesia, justamente en su fachada gótico-renacentista.

La alcaldesa, Ana María Romero, ha sido partícipe de cada uno de los momentos vividos ayer y anteayer, y ha manifestado que «no podemos olvidar esta tradición que se ha ido manteniendo viva generación tras generación, por lo que nuestra obligación es seguir potenciándola, ya que no solo recibe cada año un mayor número de montoreños que viven fuera de nuestra tierra, sino también de muchos turistas interesados en conocer este tipo de fiestas típicas». La plaza de España del pueblo más caluroso del verano de este país ha sido estos días un lugar de disfrute, de miedo, pero también de risas y de refrescantes atardeceres, en los que se instalaron toboganes de agua y parques acuáticos de goma. Anoche tuvo lugar la procesión de San Bartolomé, en una jornada que se prolongó hasta bien entrada la madrugada.