El obispo de Bangassou, el cordobés Juan José Aguirre, ha escrito su tradicional mensaje de Navidad en el que cuenta la realidad que se vive estos días en esta región de la República Centroafricana tan empobrecida, muy alejada de las casas llenas de comida y de regalos de los países occidentales.

«Mi dron imaginario se acerca al seminario menor San Luis de Bangassou. Desde más cerca, el centro está atiborrado de gente. Niños corriendo, mujeres cocinando, hombres charlando con soldados marroquíes junto a carros de combate que peinan todo el perímetro del seminario. Alrededor todo es tierra quemada, cientos de árboles cortados por los mismos habitantes del centro y las casas de los vecinos presas de los vándalos. El campo de desplazados contiene a 2.000 personas», cuenta el obispo, en referencia a la población musulmana que Juan José Aguirre resguardó en la catedral y en el seminario menor de Bangassou, después de que el barrio de estos refugiados fuera en mayo quemado y arrasado por los milicianos anti-Balaka.

El obispo cordobés destaca en esta carta que «en un barracón, antigua sala de estudios de los seminaristas, cien personas ocupan el espacio entre colchones de gomaespuma y, en medio de ellos, una joven mujer está pariendo. La comadrona ha improvisado una sábana para aislar la escena, pero los gritos de la parturienta y lo espectacular de un parto han atraído miradas curiosas y espectadores entrometidos. Es niña. Su salida por el canal materno es agobiante. La madre es primeriza. La partera mete los dedos para dar la vuelta al bebé, que finalmente sale expulsando sangre, placenta y fluidos hasta que la coge por los pies y le da una palmada para que rompa a llorar».

En el mismo día que Jesús nació en Belén hace ya más de 2.000 años, ahora 200 ojos admiran a Maimona, que chilla de rabia. «La quieren llamar Aguirre, pero les digo que ese no es nombre de mujer ni de musulmana practicante. Maimona, ¿cómo se te ocurre nacer en un sitio como este, en un campo de desplazados, rodeada de kalashnikov y de agresiones?», resalta el obispo Aguirre, tras vivir este particular nacimiento.

«Pienso en Belén, año cero, en la gruta, en el parto que los Evangelios no describen, pero fue también así, en Jesús recién nacido, en sus pañales, en su llanto, en sus gritos por pasar del útero de María a la tristeza de un establo, a la impunidad de Herodes, a la violencia de los romanos. Eso sí, más tarde ya amamantado, a su sosiego por estar en la ternura de la Sagrada Familia», concluye esta misiva de Juan José Aguirre.