Ha pasado 53 años en el mercado del Marrubial, donde ha encontrado una familia, y este sábado, entre lágrimas, emocionada, cerró su puesto de pescado para no volver más. Su vida laboral había terminado, ya era hora, pero sus compañeros no la dejaron irse así como así. De sorpresa, encabezados por su hermano Fermín, que también tiene pescadería en el mercado, Blanca Esther Martínez, Blanqui, como la llaman todos, recibió un cariñoso homenaje, con placa, flores y una comida entre todos cuando cerraron el mercado. Aquí deja Blanqui anécdotas miles, risas y penalidades, mucho trabajo y mucho cariño.

«Es que yo entré aquí con 12 años, fregaba unos quince puestos en aquella época, les ayudaba a descargar y congelar a los pescaderos», contaba a este periódico. Luego cogió un puesto de carnicera, con 23 o 24 años, y finalmente lo transformó en pescadería, hace 10 o 12 años. «Pues tuve que cambiar a pescadería porque con la carnicería te pedían muchas exigencias, tenía que tener más metros, y eso que había pagado un millón de pesetas por el puesto». A partir del día 1 de febrero deja este puesto, que se lo queda el Ayuntamiento. «Por ahora nadie lo quiere, las cosas están ahora regular, hay que pagar autónomo, IVA, las ventas están más flojas y se va todo por las nubes», confiesa esta mujer que, a punto de cumplir 65 años, respira energía y entusiasmo.

Blanca, que vive en La Fuensanta y es soltera, tiene 12 hermanos, «pero a los del mercado del Marrubial los he visto y tratado más que a ellos», dice. Aquí han celebrado cumpleaños, nochebuenas, día de Reyes, han hecho peroles, ha visto cómo algunos han fallecido, y tiene miles de anécdotas que contar. También reconoce que tiene muy buenos clientes: «Este es un barrio muy comercial, de los mejores del comercio en Córdoba». Precisamente, en el día de su jubilación mostraba orgullosa un gran ramo de flores, «que me ha traído la familia Varo porque me conoce de hace muchos años», explicaba enjugándose las lágrimas. «Es que soy de lágrima fácil y más hoy», se disculpaba Blanca.

Reconoce que «antiguamente se vivía bien de esto, pero ahora es para ir tirando, porque he tenido que pedir préstamos y todo». De haber estado en el mercado unas 80 o 90 familias, «ahora somos unos 30 o 35», con puestos de fruta, pescaderías, carnicerías, aceitunas, hierbas medicinales....

Incluso, el tiempo de trabajo ya no es el mismo. Ahora cierran a las tres de la tarde y por la tarde no abren. «Yo he llegado a trabajar hasta 16 horas aquí», dice, llegando siempre sobre las 6.15 horas de la mañana. Es un trabajo sacrificado pero de mucho contacto con la gente y para Blanca Esther Martínez será difícil desprenderse de esta vida, familiar y laboral, en el mercado del Marrubial, donde todos la quieren, como la decana que es. Deja el relevo en su hermano Fermín, que también entró con 12 años a trabajar y es pescadero. El Marrubial sigue vivo.