Han pasado 30 días del discurso más sorprendente de los últimos meses en el Congreso y todo sigue igual. La teatral ruptura de Pablo Casado con Vox no ha tenido por ahora efectos prácticos en ninguno de los gobiernos autonómicos en los que el PP necesita a la fuerza de ultraderecha para legislar y sacar, ante todo, los presupuestos autonómicos. Es cierto que en la Cámara de la carrera de San Jerónimo la dialéctica se ha endurecido y "ahora hay más tensión de lo habitual", según el grupo parlamentario del PP. También se nota en las pullas en las redes sociales, el espacio preferido por Vox para hacer su campaña permanente y donde intenta colocar sus mensajes directamente a su seguidores, sin el filtro de los periodistas. Pero poco más.

En la sede de los populares, en la madrileña calle de Génova, están tranquilos porque saben que la alternativa es dejar caer a los gobiernos conservadores y facilitar la vida "a las izquierdas", algo que el líder ultra aseguró que nunca hará. Fuentes de Vox en el Congreso limitan el impacto al empeoramiento de las relaciones personales y aseguran que no habrá "represalias".

COMUNIDAD DE MADRID: LA TENSA ESPERA

"No sé cómo van a actuar en Madrid. Aún no hemos empezado a negociar los Presupuestos, pero voy a hacer todo lo posible para que haya acuerdo", declara a este diario Javier Fernández-Lasquetty (PP), el consejero de Hacienda. Recuerda que van retrasados en la elaboración de las cuentas públicas porque el Gobierno central dio las cifras básicas de financiación "tres meses más tarde de lo habitual". El consejero cuenta que las está negociando desde julio con Cs, el partido que gobierna con el PP en coalición en la región, y luego, "juntos", hablarán con Vox.

Rocío Monasterio, la jefa de filas de la fuerza de ultraderecha en la Comunidad, asegura que su objetivo es aprobar unos presupuestos que eviten que "las políticas de la izquierda" lleven "a la miseria" a Madrid y considera que es "muy probable" que ella y la presidenta, Isabel Díaz Ayuso, estén "de acuerdo en casi todo". Monasterio ha marcado unas condiciones al PP que, a priori, no parecen imposibles si no hay una letra pequeña: recorte del "gasto político ineficaz", "reducción de la carga fiscal" y dedicar esos recursos "a sanidad, educación, dependencia y emergencia social".

ANDALUCÍA: LA "UTILIDAD" DE VOX

Cuando Casado desveló en la tribuna del Congreso su 'no' a la moción de censura presentada por Vox, algunos previeron posibles consecuencias en los gobiernos regionales donde la derecha y la ultraderecha son socios o se apoyan. En Andalucía, la valoración del asunto por parte del líder de Vox, Alejandro Hernández, se convertía en una advertencia: "lo que se siembra es lo que se recogerá", dijo. Hernández criticó el "tono ofensivo de Casado", aun a sabiendas que a la vuelta de la esquina debía negociar los presupuestos andaluces.

El presidente de la Junta, Juanma Moreno, elogió públicamente a Casado por su discurso, pero horas después su socio Juan Marín (Cs) dijo que tanto el presidente andaluz como él estaban "un poco contrariados" por "las peleas de las derechas en Madrid". Si se provocó zozobra en las relaciones entre estos partidos, la estabilidad parece haber retornado: los presupuestos andaluces saldrán adelante con el apoyo de Vox. No es decir poco, pues Moreno y Marín consiguen dar estabilidad a su gobierno mientras la oposición de izquierdas anda resolviendo sus cuestiones internas.

Como ya hiciera en las negociaciones del presupuesto anterior, Vox ha vuelto a interpretar durante meses el papel de Pepito Grillo, con conatos de alejamiento del gobierno, pero ha acabado retirando la enmienda a la totalidad de las cuentas andaluzas que anunció a cambio de 65 exigencias entre las que destacan darle un hachazo al presupuesto de Canal Sur al que no consigue cambiarle el nombre pero si retirarle 14 millones de euros y eliminar uno de sus tres canales, liquidar la Fundación Audiovisual de Andalucía, y otras cuestiones que se proyectan como mensajes cebo a su caladero de votos: rechazo a las políticas de igualdad de género para las que piden "auditorías", vincular la inmigración y en concreto a los mena con delincuencia, control de productos importados del extranjero, defensa de la tauromaquia a través de ayudas a escuelas taurinas, apoyo a los jóvenes agricultores y a la caza. Vox mantiene dos sendas abiertas: la del lanzamiento de 'inputs' a su electorado más visceral y la de mensajes que abogan por una mayor eficiencia de la administración. El gobierno lo acepta a cambio de sacar adelante unas cuentas que Moreno ha dibujado como los de la recuperación económica frente al impacto de la crisis del covid-19 por su apuesta en Sanidad y Educación. El popular ha agradecido a Vox su "utilidad" en el proceso.

MURCIA: EL PP SE ARRIMA AL VOX 'NO OFICIAL'

Casado le dijo a Vox "hasta aquí hemos llegado" durante la moción de censura. Podría parecer, en un principio, que esta decisión ponía al PP murciano en una difícil situación, siendo Murcia la única región en donde Vox ganó las últimas elecciones generales. Una semana después de ese debate en el Congreso, la militancia de Vox aumentó un 13%, con más de 400 afiliados nuevos, según anunció el propio presidente provincial del partido, José Ángel Antelo, que cambió las pistas de baloncesto por el salón de plenos del Ayuntamiento de Murcia tras las últimas elecciones municipales.

Pero hay dos razones por las que el PP murciano no puede romper radicalmente las relaciones con Vox. Por un lado, el presidente regional, Fernando López Miras, gobierna en coalición con Cs; sin embargo, la unión de los dos partidos suma 22 escaños, cuando la mayoría absoluta se alcanza con 23 en la Asamblea Regional. Por tanto, necesita del apoyo de Vox, que tiene cuatro, para poder legislar, ya que difícilmente recibe el apoyo del PSOE o de Podemos.

Basta con recordar que López Miras tuvo que presentarse a dos sesiones de investidura para ser nombrado líder del Ejecutivo, ya que Vox se presentó en un primer momento como un negociador más duro de lo que pensaban. De ahí que el PP accediera a aplicar el polémico veto parental en la Región de Murcia.

La segunda razón por la que el PP no puede desentenderse de la formación que tiene a su derecha radica en la ley del Estatuto del Presidente y del Consejo de Gobierno de la Región de Murcia, que dice: "No podrá ser elegido presidente de la Comunidad Autónoma quien ya hubiese ostentado este cargo durante dos mandatos". Se da la circunstancia de que López Miras ya va por su segunda legislatura al frente de los populares murcianos por lo que, en principio, debería dejar paso a su sucesor dentro de dos años.

Previsor, en el acuerdo programático al que llegó con Cs para formar Gobierno, en su punto número 5, habla expresamente de limitar los mandatos de cada presidente a ocho años consecutivos. Con esta reforma a la que se comprometió Cs en 2019, López Miras sí podría presentarse a un tercer mandato, ya que él llegó al poder en 2017, con la legislatura a la mitad, tras la dimisión de Pedro Antonio Sánchez cuando fue imputado en el caso de corrupción Auditorio. Sin mayoría absoluta, el Gobierno de coalición sigue necesitando al Grupo Parlamentario Vox.

La posición de la derecha radical en el Parlamento murciano es bastante particular. Vox expulsó del partido a tres de sus cuatro diputados después de enterarse de que estos habían tomado el control de las cuentas y de que habían despedido al equipo de trabajadores nombrado por la dirección nacional. En un primer momento,Antelo intentó negociar con el Gobierno regional un apoyo a la reforma del Estatuto del Presidente a cambio de una modificación del reglamento de la Asamblea que hiciera posible echar del Grupo Parlamentario Vox a los tres diputados díscolos. Sin embargo, la imposibilidad de llevar a cabo estas modificaciones durante la presente legislatura hizo fracasar estos encuentros.

Pero la batalla de López Miras no acaba aquí. Con tres versos libres en el hemiciclo, ahora el PP y Cs buscan sumar para sus fines esos tres votos. El tiempo corre y ambos han optado por ser prácticos: necesitan el apoyo de Vox, aunque sea del ala 'no oficial' del partido.