Un ministro dijo la semana pasada que en la negociación de los Presupuestos, como en todas las relacionadas con el independentismo, había que diferenciar entre dos planos. El «racional» y el «emocional». Desde el punto de vista racional, dijo, ERC y el PDECat negociarían las cuentas públicas, porque incluyen relevantes mejoras sociales y aumentan la inversión en Cataluña. «Pero hace años que el independentismo no ve la política en términos racionales», concluyó el ministro. La plasmación de esta actitud, a ojos del Gobierno, se dio ayer. Los republicanos anunciaron una enmienda a la totalidad de los Presupuestos. Los posconvergentes no fijarán posición hasta el viernes, pero plantearon condiciones que el Ejecutivo rechaza.

Ambos movimientos condenan las cuentas al fracaso, y ahora Pedro Sánchez se ve obligado a situarse frente al adelanto electoral, un escenario que rechaza desde que llegó al Gobierno. En la Moncloa siempre habían considerado «difícil» que ERC y el PDECat aprobaran los Presupuestos, todavía más al calor del juicio al procés que comenzará el próximo 12 de febrero, pero confiaban en que los independentistas, al menos, permitieran su tramitación, dando al Ejecutivo un oxígeno de varios meses. Pero las cuentas no salen. Si se confirma el veto de los republicanos, las enmiendas a la totalidad serán apoyadas mayoritariamente, con los 178 escaños del PP y sus satélites territoriales, Ciudadanos y ERC. A esa cifra habría que sumar los ocho diputados del PDECat.

«Si no se aprueban los Presupuestos, habrá elecciones en el 2019. Eso es lo que tiene el presidente en la cabeza», dijo el pasado martes la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. El Gobierno todavía no tira la toalla. Cree que hasta el 13 de febrero, un día después del comienzo de la vista en el Tribunal Supremo, cuando las cuentas pasarán su primer y quizá único examen parlamentario, se pueden «acercar posiciones». Pero al mismo tiempo reconoce que el margen es muy escaso, porque ERC pide «movimientos» que pongan fin a la «represión contra el independentismo» y negociar el «derecho de autodeterminación», mientras el PDECat reclama que a las reuniones entre el Ejecutivo y la Generalitat asista también un «mediador neutral». La Moncloa no está dispuesta a ninguno de estos gestos. «Supeditar el voto a cuestiones que no dependen del poder ejecutivo, sino de otros como puede ser el judicial, está fuera de todo sentido común», dijo la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet.

‘SUPERDOMINGO’ ELECTORAL / Sánchez podría hacer coincidir las generales con las autonómicas, municipales y europeas del 26 de mayo, el llamado superdomingo, pero los líderes territoriales socialistas rechazan una convocatoria de este tipo y el propio presidente, según fuentes cercanas, tampoco la contempla. «No está en su naturaleza», explica un cercano colaborador. A lo largo de su carrera política, el secretario general del PSOE siempre ha hecho de la resistencia una virtud. Sobre todo, frente a su propio partido, pero también frente a los poderes económicos y mediáticos, que le empujaron sin éxito a que se abstuviera ante Rajoy. El escenario más probable, coinciden fuentes socialistas y del Gobierno, es mantenerse de momento en la Moncloa y aprovechar el rechazo de ERC y el PDECat a los Presupuestos para defender en la campaña de mayo que no ha habido cesiones al independentismo. El anunciado veto de republicanos y convergentes, de hecho, provocó cierto alivio en varias federaciones socialistas.