Este jueves se cumple el plazo dado por Mariano Rajoy a Carles Puigdemont para que este último aclare si el Govern ha declarado o no la independencia unilateral (DUI) de Catalunya. Una crisis política sin precedentes que el Gobierno y la Generalitat han aparcado este miércoles por unas horas para defender conjuntamente en Bruselas la candidatura de Barcelona a la sede de la Agencia Europea del Medicamento (AEM). Un cierre de filas momentáneo y de conveniencia que ha servido para poner el acento, por primera vez en mucho tiempo, en lo que les une y no en lo que les divide.

Ha sido durante un acto celebrado en la Representación de España ante la Unión Europea, ante un centenar largo de funcionarios, políticos y periodistas, en el que han compartido atril la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, el 'conseller' de Salut, Antoni Comín, y el primer teniente de alcalde de Barcelona, Jaume Collboni. Junto a ellos, una delegación procedente de Barcelona que ha sido la encargada de explicar los puntos fuertes de la oferta, los planes para que el traslado desde la capital británica tras el brexit sea exitoso y la fortaleza del sector farmacéutico catalán y español.

Durante las casi dos horas de acto nadie ha hecho alusión directa al grave conflicto político ni al enfrentamiento que mantienen el Gobierno y la Generalitat pero sí ha habido muchas referencias indirectas al proceso independentista. "La AEM es un proyecto de unidad que une a las tres administraciones y creemos que es una buena manera de movernos del actual debate en Catalunya", ha advertido la ministra. "La cooperación debe estar basada en la buena fe y el diálogo", deslizaba minutos antes el representante del Govern.

"Hemos trabajado juntos"

Collboni ponía la nota conciliadora a ambos discursos. "Ha sido un largo camino. Barcelona está preparada. Empezamos este viaje juntos. Hemos trabajado juntos. Hemos sufrido juntos y estamos hoy aquí juntos", ha recalcado recordando palabras del 'president' Pasqual Maragall. "Lo que es positivo para Barcelona es positivo para Catalunya y lo que es positivo para Catalunya es positivo para España y ahora más que nunca", ha añadido.

Es la sensación que tiene también el representante de Barcelona Global, Gonzalo Rodés, que durante su breve intervención en el acto -junto a Mario Rubert, del Barcelona City Council; Mireia Belil, de la Generalitat; la directora de la Agencia Española del Medicamento, Belen Crespo, y el CEO de Ferrer, Jordi Ramentol- ha avisado de que nadie se merece vivir en esta incertidumbre. "Muchos pensarán que no leo los periódicos y que no sé lo que ocurre en Barcelona. Lo sé y estoy preocupado. Estaría loco si no lo estuviera", ha admitido reivindicando precisamente proyectos como el de la AEM para Barcelona como vía para superar la crisis política actual. "Barcelona y la gente de Barcelona necesitan la AEM porque una Barcelona fuerte en una Europa unida muestra que nuestro proyecto es fuerte y avanza", ha defendido.

Ni el 'procés' ni la fuga de empresas

Ante la prensa, tanto Montserrat como Comín han defendido que el proceso independentista promovido por el Govern no afectan a la candidatura de Barcelona, ni tampoco la fuga de empresas, aunque por motivos dsitintos. "No porque realmente en Catalunya el Gobierno de España está trabajando para devolver la normalidad democrática y social, dar certeza, seguridad jurídica y estabilidad. Estoy convencida de que vamos a volver a la normalidad democrática y no hay ningún peligro en que la AEM venga a Barcelona", ha asegurado Montserrat lanzando un mensaje "de tranquilidad" a la audiencia europea.

A juicio del representante de la Generalitat, simplemente porque la reubicación de la agencia no es incompatible independencia catalana. "No pensamos abandonar un proyecto tan irrepetible como este por muy complicadas o complejas que sean las circunstancias. Es un proyecto irrenunciable e irrepetible. La AEM necesita Barcelona", ha zanjado Comín.

Un mes de 'cocina' por delante

La decisión final sobre la futura ubicación corresponde ahora a los 27 ministros de asuntos europeos -todos salvo el Reino Unido- y se tomará en el Consejo de Asuntos Generales del 20 de noviembre. Hasta entonces no hay previstas nuevas discusiones políticas, ni a nivel de embajadores ni de ministros, pero es evidente que si España quiere mantener sus opciones tendrá que redoblar el trabajo de cocina y maniobrar durante el mes largo que todavía tiene por delante hasta la votación. El sistema de voto elegido es, sin embargo, impredecible. Están previstas varias rondas. En la primera, cada Estado contará con 6 puntos: 3 para su primera opción, 2 a la segunda y 1 a la tercera. Si ninguna candidatura recibe 14 votos preferenciales los 27 tendrán que seguir votando.