Cuando Ciudadanos exigió a los candidatos del PSOE que renegaran de Pedro Sánchez y apoyasen la suspensión de las competencias de Cataluña (el 155) como condición previa para llegar a acuerdos en comunidades y ayuntamientos, los colaboradores del presidente del Gobierno se echaron a reír. "Es absurdo -señalaron el pasado martes-. Un mensaje de este tipo podría haber tenido algún efecto hace tiempo. Podría haber profundizado nuestra división. Pero ahora ya no. Nadie va a desmarcarse". La aplastante victoria de Sánchez en las primarias del 2017, y sobre todo la moción de censura a Mariano Rajoy y su reciente triunfo en las elecciones generales, han reforzado la autoridad del secretario general hasta límites impensables hace solo un par de años, cambiando al PSOE por completo. También en la manera que la dirección del partido tiene de afrontar el complejo escenario de pactos.

En el 2015, el presidente en funciones dio libertad a los líderes territoriales para que alcanzasen los acuerdos que estimaran convenientes con otras fuerzas. El secretario dejó entonces hacer a los barones, algo que un año más tarde recordaría en varias ocasiones, cuando estos le pusieron límites a su capacidad de maniobra para echar a Rajoy. Ahora, en cambio, es Sánchez quien tiene completa libertad, a diferencia de los líderes territoriales.

Un día después de los comicios autonómicos, municipales y europeos del pasado 26 de mayo, el PSOE constituyó una "comisión de seguimiento y evaluación de las propuestas de acuerdos". Integrado por cuatro dirigentes, el órgano, explicó el secretario de Organización, José Luis Ábalos, "estudiará los diferentes escenarios y escuchará al resto de formaciones políticas".

Es decir, la comisión, que comenzará a reunirse esta semana, no solo tendrá que dar su visto bueno a los acuerdos que se alcancen, sino que también formará parte de las negociaciones, hablando con otros partidos. Con solo dos límites: Vox y el independentismo. Algo así habría sido muy difícil hace cuatro años, con la autoridad de Sánchez en horas bajas. Ahora nadie se atreve a cuestionar al secretario general. Pero en la dirección socialista, situada en la madrileña calle de Ferraz, argumentan también que la situación actual es más compleja que en las anteriores autonómicas y municipales, donde casi todos los pactos, con la excepción de Andalucía, se dirigían hacia Podemos.

OPTIMISMO CON CS

Los socialistas miran ahora a Ciudadanos, a quienes necesitan para gobernar en comunidades como Castilla y León, Murcia y Aragón, y también en muchas capitales de provincia: de Burgos a Granada, pasando por Zaragoza, Badajoz y Palencia. De momento, Ábalos ya ha conversado con el secretario general de los liberales, José Manuel Villegas, y los socialistas son optimistas sobre sus posibilidades de alcanzar nuevos gobiernos autonómicos y reeditar los que ya tienen. Creen que lograrán el apoyo de los naranjas en Castilla y León y Murcia, donde el PP lleva gobernando varias décadas, y también en Aragón, pese a que aquí creen que será más complicado.

Y con Podemos, calma. Sánchez no tiene prisa en sellar un acuerdo con Pablo Iglesias. Primero, los socialistas se centrarán en los acuerdos autonómicos y municipales. Después, en el estatal. Todo pasa por Ferraz.