Con reiterados mensajes de unidad sea cual sea el resultado de la votación el domingo, la presidenta andaluza, Susana Díaz, ha cerrado este viernes por la noche la campaña en Sevilla con un multitudinario mitin a escasos mil metros de su principal rival, Pedro Sánchez. Ninguna mención hizo a sus rivales en las primarias, y prefirió centrar sus dardos en Podemos, al que acusó de intentar "intimidar" al PSOE con las manifestaciones -"escraches", los denominó la candidata- en defensa de la moción de censura a Mariano Rajoy por varios puntos del país. "Nadie nos va a dividir", dijo. "Si soy secretaria general, van a respetar al Partido Socialista", sentenció.

Como en las grandes finales de liga, con los seguidores de cada equipo más pendientes del rival que de sus jugadores, Díaz y Sánchez han dejado claro que la pelea por las primarias está siendo a cara de perro, y que no se deja ni un centímetro al contrincante. Ambos han cerrado la campaña en Sevilla, la ciudad natal de la presidenta de la Junta de Andalucía, en sendos actos separados por apenas un kilómetro, con los que trataron de exhibir músculo para amilanar al rival en los últimos instantes

Unas 3.000 personas logró congregar la andaluza en un mitin en el que el partido se dejó notar, tanto en el 'merchandising' (presente en las banderas y los gorros con los que resguardarse del sol) como en pesos pesados como Alfonso Guerra, que finalmente no intervino. La experiencia de Díaz también se notó en la puesta en escena, con un graderío y los intervinientes en el centro que, a juicio del alcalde de Sevilla, Juan Espadas, se asemejaba a "una olla a presión del socialismo".

Los ánimos de los asistentes a uno y otro acto dejaban claro que la situación está muy enrarecida, aunque todos confían en que las heridas se cierren el domingo. En el caso de Díaz, con este objetivo: "Todos juntos, decirle al país que estamos dispuestos a volver a hacernos cargo de España". Para ello, no solo contará con sus compañeros y rivales, sino con "todos los territorios y todas las generaciones", porque ahora la tarea de todos es "aportar, y mucho". Así, se comprometió a trabajar desde el mismo lunes "por la unidad, por el respeto y la convivencia para reforzar la fraternidad entre los hombres y mujeres" que integran el partido. "Vamos a respetarnos, a querernos y a querer el PSOE", dijo Díaz, rechazando pedir el apoyo a los militantes para ir en contra de otro socialista.

ORGULLO SOCIALISTA

La presidenta andaluza, curtida en mítines, apeló entonces al orgullo socialista. "Vamos a recuperar los valores, la formación de los jóvenes para ser buenos socialistas, legales y leales, vamos a recuperar el orgullo de un partido grande, y vamos a ser rebeldes y a hacer el cambio juntos, con las mejores cosechas de todas las generaciones", subrayó.

Su discurso se centró en la necesidad de que el partido que logró sus peores resultados en las últimas elecciones generales recupere la "autoestima, el orgullo y la moral de la victoria". E insistió en la idea fuerza que la acompaña en toda la campaña, un PSOE que vuelve a ganar y que "no se resigne, que sepa que es la alternativa de Gobierno y que se sienta orgulloso de su pasado para sentirse orgulloso del presente y del futuro".

En esa alternativa de Gobierno a Mariano Rajoy, del que dijo que está "en tiempo de descuento", no cabe ningún pacto con Podemos, como ha señalado en más de una ocasión. Al partido morado dedicó buena parte de las críticas, acusándole de interferir en las primarias. Y lanzó una advertencia. "Nos va a respetar, ¡claro que nos va a respetar! Y va a respetar nuestra historia, ¡que se entere bien!", bramó entre aplausos de un público entregado. "En el PSOE van a decidir los socialistas", concluyó.